Por Fernando Bossi Rojas.
Co-Director del Portal Alba. Docente de historia. Investigador, escritor y formador popular argentino-venezolano. Especialista en temas de integración latinoamericana y caribeña.
En torno al 9 de enero de 1822, la vanguardia del Ejército Libertador del Sur hacía contacto, en Saraguro, con el Ejército Libertador del Norte, quien al mando del general Antonio José de Sucre se dirigía hacia la provincia de Quito, a fin de liberarla del poder español.
Las tropas del ejército sureño estaban al mando del coronel Andrés de Santa Cruz, y eran el apoyo que había solicitado Sucre al general San Martín, quien fungía en ese momento como Protector del Perú.
Fue allí donde se constituyó el Ejercito Unido Libertador, bajo el flamear de cuatro banderas, la de Colombia (la grande), la de Guayaquil, la blanca y roja peruana y la celeste y blanca de Los Andes. Hace seis meses se cumplió el Bicentenario de ese trascendente episodio, sin embargo, nadie lo recordó, nadie lo celebró.
El bautismo de fuego de ese Ejército Unido Libertador fue la Batalla de Pichincha, aunque hubo un combate anterior, en Riobamba, al que algunos recuerdan y otros le restan importancia, donde fue determinante la participación de los Granaderos de Los Andes.
Lo cierto es que Pichincha es considerada unánimemente como la batalla donde se estrenó el ejército de la unión, integrado por lo que hoy serían venezolanos, colombianos, ecuatorianos, peruanos, bolivianos, chilenos y argentinos. ¡Un verdadero ejército suramericano!
En ese momento se produjo, entonces, el nacimiento de las Fuerzas Armadas Suramericanas, como punto de partida de cualquier sistema integrado de Defensa Nacional nuestramericano.
Vale decir que una doctrina de defensa nuestramericana debe de partir de ese encuentro entre las tropas de San Martín desde el sur, con las de Bolívar que venían desde el norte. Ambas con el mismo objetivo: derrotar y expulsar el colonialismo español, reafirmar la independencia y constituir una poderosa confederación de repúblicas. Al menos eso es lo que estaba en la cabeza de los principales conductores.
Ese momento estelar de nuestra historia duró poco. Apenas tres o cuatro años; ya que luego, el accionar de las egoístas y localistas oligarquías nativas, aliadas con otros colonialismos, desintegraron el gran proyecto unionista e independentista para dar forma a veintitantas repúblicas invertebradas, al servicio de la división internacional del trabajo impuesta por las grandes potencias.
El período brillante de nuestra lucha contra el colonialismo, entre 1780 y 1830 es la etapa que denominamos primera ofensiva unionista e independentista. Y la segunda ofensiva es aquella que comenzó con el comandante Hugo Chávez a principio de este siglo y que creemos aún no ha terminado, continúa viva, claro está con sus avances y retrocesos.
Y es durante esta segunda ofensiva, que nace la UNASUR, como fruto precisamente de esta etapa, y desde UNASUR nace el Consejo de Defensa Suramericano (CDS), loable iniciativa en un momento de alza del espíritu integracionista.
Ahora bien, la mayor limitación del Consejo de Defensa Suramericano, radica en la herencia de 200 años de vida “independiente” de cada uno de los países que lo integran, tanto como en la definición política-ideológica de algunos de los gobernantes de nuestros países, que están alineados incondicionalmente a los Estados Unidos y de espaldas a la integración.
Sin embargo, a pesar de las mencionadas limitaciones, el Consejo de Defensa Suramericano (CDS), ha creado algunos organismos de gran importancia, como por ejemplo el Consejo Suramericano sobre el Problema Mundial de las Drogas (CSPMD) y el Consejo Suramericano en materia de Seguridad Ciudadana, Justicia y Coordinación de Acciones contra Delincuencia Organizada (CSSC). También ha avanzado en la publicación de la Doctrina de Defensa y Recursos Naturales del CDS de UNASUR, y la puesta en marcha de la Escuela Suramericana de Defensa (ESUDE).
Es importante subrayar que estos avances se dieron durante los momentos de mayor influencia de los gobiernos progresistas y revolucionarios. Con la llegada de Bolsonaro, Macri, Lasso, Lacalle Pou y la permanencia de paraguayos, colombianos y chilenos de derecha, todo se hizo tan difícil que las cosas quedaron congeladas. Solo Venezuela y Bolivia, mantuvieron su perfil popular, siendo esta última inclusive, bastante reticente al trabajo con la CDS.
De tal manera, las buenas intenciones fundacionales, quedaron ahí flotando, como sin rumbo. Se produjeron enunciaciones interesantes, por ejemplo, declarar a la región como zona de paz y base para la estabilidad democrática; construir la identidad suramericana en defensa; o acentuar la cooperación regional. Se trata de la definición de líneas de trabajo importantes pero que no alcanzaron a prosperar.
Estas líneas tenían que derivar en 4 ejes articuladores del CDS: 1) Políticas de Defensa; 2) Cooperación Militar, Acciones Humanitarias y Operaciones de Paz; 3) Industria y Tecnología de la Defensa; y 4) Formación y Capacitación.
En realidad, la formulación de criterios y funcionamiento parecía coherente y necesaria, pero a la hora de accionar, solo unos pocos tenían la intención de tomar las cosas en serio, el resto era mero tacticismo, midiendo la correlación de fuerzas para saber hasta dónde estirar la cuerda.
Eso fue lo que pasó con el avión de entrenamiento que iba a construir UNASUR. A la hora de conformar la empresa, en mayo del 2015, solo acudieron Venezuela (Nicolás Maduro), Argentina (Cristina Fernández), Ecuador (Rafael Correa) y Brasil (Dilma Rousseff). Luego, con las salidas de Cristina, Correa y Dilma, el proyecto se estancó.
En síntesis, se hace necesario conformar una Doctrina de Defensa Nuestramericana ante las amenazas permanentes de los Estados Unidos y las potencias imperialistas instaladas en territorios nuestros: la existencia de bases militares estadounidenses en muchos países latinoamericanos; en Aruba y Curazao la presencia militar de los Países Bajos; en Martinica, Guadalupe y Guayana por parte de Francia; en las Malvinas e islas del Atlántico Sur, así como en otras islas del Caribe, por parte de Inglaterra.
Una doctrina común de defensa exigirá, necesariamente, que avancemos en la conformación de un organismo grannacional de defensa de nuestra región.
Dado que la UNASUR todavía no está en condiciones de asumir esa responsabilidad, debido a que varios de sus miembros son adversos a la iniciativa, es necesario y urgente que esta tarea recaiga inicialmente en la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América, ALBA.
Es el ALBA quien puede asumir la construcción, en principio, de una doctrina de defensa, partiendo de los legados de Guaicaipuro, Hatuel, Chatoyer, Simón Bolívar, Augusto Sandino, Antonio José de Sucre, José Martí, Antonio Maceo, Máximo Gómez, Fidel Castro, Túpac Katari, Andrés de Santa Cruz, Wilka Zárate, Hugo Chávez.
Partiendo desde esta construcción doctrinaria, se darían las condiciones para conformar el Comité Grannacional de Defensa del ALBA, con reunión de los ministros de Defensa de los países miembros, con el objeto de definir acciones concretas sobre la base de los mismos cuatro ejes estructurante de la UNASUR: 1) Políticas de Defensa; 2) Cooperación Militar, Acciones Humanitarias y Operaciones de Paz; 3) Industria y Tecnología de la Defensa; y 4) Formación y Capacitación.
Considero que esta propuesta es más realista en el contexto actual, tiene mayor posibilidad de avanzar y está más directamente conectada, desde el punto de vista ideológico y doctrinario, con el Ejercito Unido Libertador conformado por las tropas de San Martín y Bolívar.