Estrategia de Defensa Nacional de los Estados Unidos y ¿el Redespliegue tecnológico?

Por Miguel Ernesto Salazar.

En julio del año pasado, el Contralmirante Mike Studeman, director de inteligencia del Comando Indo-Pacífico de EE. UU., advirtió que “es solo cuestión de tiempo” para que China recurra a la fuerza militar y que las fuerzas estadounidenses no están preparadas para ese “muy mal día”. Pero la preocupación de Studeman, no se limita a China, los mandos del Pentágono ven otras pesadillas, “Rusia continúa maniobrando agresivamente sus fuerzas en el flanco este de la OTAN, Irán avanza poco a poco hacia una capacidad de armas nucleares, Corea del Norte construye su arsenal de misiles y los talibanes han tomado el control de Afganistán”. La Estrategia de Defensa Nacional de 2018 identificó cinco amenazas principales: China, Rusia, Irán, Corea del Norte y grupos terroristas.

La próxima Estrategia de Defensa Nacional seguirá incluyendo entre las principales prioridades de las fuerzas armadas la defensa del “sueño americano”, de la “forma de vida estadounidense”, “mientras se previene y derrotan la agresión o los intentos de coerción militar, principalmente de China y Rusia”. La lógica de la estrategia de defensa para los mandos del Pentágono pasa además por “cumplir compromisos de seguridad con aliados y socios; contrarrestar la proliferación de armas de destrucción masiva; limitar las provocaciones y disuadir los ataques de Irán y Corea del Norte; y evitar que los terroristas ataquen la patria y los intereses estadounidenses en el extranjero”.

En el caso de China por ejemplo, un informe sobre el poder militar de China del Departamento de Defensa ha colocado al ejército chino cualitativamente por delante del ejército estadounidense en misiles terrestres y defensas aéreas integradas, incluidas nuevas tecnologías como armas hipersónicas y de energía dirigida. En otras áreas como la inteligencia artificial y el almacenamiento de energía, Beijing, desde una política de innovación ha obtenido una ventaja sobre las fuerzas estadounidenses.

Y para colmo, China y Rusia están más alineadas que nunca, realizando ejercicios militares juntos para contener el redespliegue imperial de los Estados Unidos. La propia comunidad de inteligencia estadounidense ha expresado su preocupación por “la creciente cooperación estratégica de Rusia con China”. 

En un artículo Mackenzie Eaglen analista de uno de los tanques de pensamiento conservador ligados al Pentágono, el American Enterprise Institute, publicado en enero de este año, sostiene: “El Departamento de Defensa tampoco puede ignorar a Irán y Corea del Norte. Irán continúa avanzando poco a poco hacia una capacidad de armas nucleares, mientras construye sus relaciones con China y Rusia, expande su arsenal de misiles y drones, cultiva representantes, sostiene el terror en el Medio Oriente y ataca a los amigos estadounidenses en la región. Corea del Norte ya posee armas nucleares y está aumentando su reserva de material fisionable, al tiempo que mejora su arsenal de misiles para atacar objetivos regionales y el territorio nacional de los EE. UU., así como también prolifera la tecnología de armas, evade las sanciones y realiza sofisticados ataques cibernéticos contra los intereses de los EE. UU. y sus aliados”.

Disuadir y ganar guerras seria la piedra angular de la estrategia. Las estrategias anteriores se basaban en la dependencia de un ejército estadounidense dominante para contrarrestar a todos los adversarios potenciales, hoy la modernización tecnológica requerida por los mandos del Departamento de Defensa se concentra en darle alcance en los oponentes a China y Rusia. Para ello no solo cuentan con las capacidades de los distintos componentes militares estadounidenses sino que se apuntala principalmente en las grandes compañías de tecnologías como Google, Orbital Insight, DigitalGlobe, Appel Inc, Oracle o el propio Facebook reinventado en META, quienes han pasado a formar parte del conglomerado de empresas que sustentan el Complejo Industrial-Militar estadounidense. Pero esta carrera por dar alcance a los grandes avances tecnológicos de China y Rusia, especialmente del gigante asiático, esta como la fabula de la “Liebre y la Tortuga”. 

La nueva Estrategia de Defensa Nacional, de acuerdo al debate sostenido durante meses en el seno de los mandos militares del Pentágono debe partir del concepto emergente de guerra conjunta del ejército de EE. UU. o “la guerra de mosaico de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa”. El concepto se basa en la toma de decisiones más rápida y efectiva por parte de los comandantes estadounidenses en comparación con los oponentes, lo que reduciría teóricamente la confianza china o rusa en su capacidad para tener éxito. El JAIC, Centro Conjunto de Inteligencia Artificial, creado en el 2018, es el punto focal oficial de la estrategia de Inteligencia Artificial del Departamento de Defensa.

La inteligencia Artificial, es en este contexto una de las apuestas más fuertes por parte del Pentágono, según una publicación reciente de Mark Pomerleau del portal DefensaNews, el Centro de Inteligencia Artificial del Pentágono ha otorgado 79 contratos a empresas civiles por un orden de 15 millones de dólares por cada contrato.

Para ello las fuerzas militares han lanzado como estrategia el aprovechamiento de las capacidades alcanzadas en la guerra electromagnética (recordemos el caso del sabotaje al sistema eléctrico nacional en Venezuela en el pasado 7 de marzo de 2019), las operaciones cibernéticas, los fuegos de precisión de largo alcance y fuerzas tripuladas y no tripuladas.

Otra preocupación, que pudiéramos definir como una gran barrera para avanzar en la estrategia de defensa apalancada desde la tecnología y en especial desde la IA, está en la dificultad del Departamento de Defensa en garantizar los recursos para la investigación, el desarrollo, la capacitación, el equipo y la doctrina.

En los Estados Unidos de hoy, los costos de mantenimiento y modernización han estado creciendo más rápido que la inflación (acaban de registrar 7% que, la más alta en 40 años). Ahora, la inflación sigue aumentando convirtiéndose en una de los talones de Aquiles para la administración de Joe Biden,  los presupuestos de defensa no pueden mantenerse al día con la inflación. Las fuerzas armadas estadounidenses ven amenazado su tamaño, su capacidad y operatividad, pero las expectativas del mando militar estadounidense no se reducen, estos aspiran un crecimiento presupuestario mínimo del tres al cinco por ciento por encima de la inflación durante al menos los próximos años, tal como lo ha declarado el vicepresidente del Estado Mayor Conjunto, general John Hyten. 

El Pentágono está perdiendo entre 4.000 y 6.000 millones de dólares  al mes si se tiene en cuenta la pérdida del aumento de gastos que el Congreso de los Estados Unidos proporcionó este año en ausencia de asignaciones y una inflación que va del 3 al 7 % o más, según la cuenta. Aproximadamente 3 mil millones de dólares se pierden debido a la falta de dinero o poder adquisitivo del Congreso. El desafío, el éxito o el fracaso de los estadounidenses en los futuros campos de batalla que impulsen (caso Ucrania o Taiwan) dependerá en gran medida de si Estados Unidos tiene la capacidad vencer a China y Rusia en la carrera tecnológica militar con este plomo en el ala. 

Sin embargo, Estados Unidos, no está solo en este juego, la política exterior estadounidense se ha direccionado a cerrar filas con sus aliados y socios principales, puente roto bajo la administración de Trump. Estados Unidos  disfruta de aliados expertos en tecnología que no hay que subestimar, por ejemplo, Japón, Israel y otros miembros de la OTAN. El redespliegue tecnológico de esta manera depende principalmente de lo que sus aliados y socios principales puedan o se les permita hacer. “Esta era de competencia estratégica exige la cooperación colectiva”, han expresado portavoces del Departamento de Estado.

Cómo consolidar la nueva estrategia apalancada en tecnologías emergentes que ofrezca ventajas sobre los adversarios es la discusión central hoy en los mando militares del Pentágono bajo el paragua de la nueva Estrategia de Defensa Nacional que pronto lanzará Biden y que soporte el redespliegue imperial.

Terminemos este análisis con parte del contenido de un memorando fechado del primero de febrero de este año y firmado por la Subsecretaria de Defensa para la Investigación e Ingeniera, Heidi Shyu y publicado por Inside Defensa, señala: “En muchos casos, la competencia efectiva se beneficia al eludir las carreras armamentistas simétricas y, en cambio, proviene de la aplicación creativa de nuevos conceptos con la ciencia y la tecnología emergentes. Al concentrar los esfuerzos y las inversiones en estas 14 áreas tecnológicas críticas, el departamento acelerará la transición de las capacidades clave a los servicios militares y los comandos de combate”, y termina señalando Shyu, “A medida que la estrategia del departamento evolucione y las tecnologías cambien, el departamento actualizará sus prioridades tecnológicas críticas”.

Por ejemplo, no fue hasta 2019 que Estados Unidos adquirió de Israel sistemas de protección activa para tanques, sistemas que habían estado operativos en Israel desde 2011. En consecuencia, los soldados estadounidenses operaron durante años en todo el mundo sin la protección de vanguardia que Washington y los mandos del Pentágono proyectaban.

La Estrategia de Defensa Nacional, tiene entre sus aristas entretejer los esfuerzos de tecnología militar bajo la óptica de la conformación de la nueva asociación de seguridad que permita el redespliegue tecnológico imperialista, como por ejemplo la unidad trilateral entre Australia, el Reino Unido y los Estados Unidos y el emergente Grupo de Trabajo de Tecnología de Operaciones EE. UU.-Israel. Ambas asociaciones con el objetivo de garantizar que las fuerzas estadounidenses y aliadas converjan en mejores condiciones en el campo de batalla. Objetivo que parece difícil de alcanzar ante el despegue de China y la rehabilitación de las capacidades tecnológicas rusas, por citar a los principales enemigos, conceptualizado por el alto mando militar estadounidense y los grandes centros de pensamientos de Seguridad y Defensa Nacional detrás de la idea tecnológica de control de todos los dominios.  

La tortuga parece haberle sacado suficientemente ventaja a la Liebre.

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