Por Esteche-Caviasca-Acuña
Nota del Equipo Editor. El presente artículo, es un fragmento del Capítulo 5 de la Primera Parte del libro “200 años de la Doctrina Monroe. DESTINADOS POR LA PROVIDENCIA. Un Historia de la Relación del Imperio con Nuestramérica”. El libro escrito a tres manos; Fernando Esteche, Guillermo Caviasca y David Acuña, analizan 200 años de injerencia, intervencionismo, colonialismo y neocolonialismo del imperialismo yanqui a partir de la proclama de la James Monroe. Agradecemos al equipo de Noticias PIA por la colaboración prestada para la publicación de este interesante tema.
En este capítulo abordaremos la evolución de las concepciones geopolíticas de los Estados Unidos a partir de su consolidación territorial y política. Esta se concretó a partir del triunfo del “Norte” en la guerra de secesión; y coincide con el inicio de la era imperialista clásica, con sus características de reparto (competencia y enfrentamientos) del mundo entre grandes potencias y la formación de grandes empresas capitalistas que compiten por mercados e inversiones. El Destino Manifiesto y Doctrina Monroe fueron los dos pilares iniciales de la geopolítica estadounidense, en el periodo de formación y consolidación.
En esta nueva etapa las ideas del contraalmirante Alfred Mahan, el Big stick, expresión práctica del corolario a la doctrina Monroe planteado por el presidente Teodoro Roosevelt y la diplomacia del dólar, desarrollarán los planteos fundacionales.
Así para fines del siglo XIX vemos que Estados Unidos completó su extensión territorial de un gran Estado nación que se extiende de océano a océano (1). También completó la limpieza étnica sobre los aborígenes, concretó una gigantesca incorporación de recursos naturales, que influye de manera determinante en la doctrina del poder naval norteamericana. En este desarrollo territorial, incorporó la red fluvial del Mississippi en el centro del país, con comunicaciones en todos los sentidos como vía troncal de integración. Y, con su consolidación política a partir de la guerra civil, la determinación de su modelo de producción y la posible inserción del mismo en el mercado mundial, es decir, definió claramente su relación económica y política con las potencias europeas. Construyó grandes líneas férreas que, por norte, centro y sur del país, cruzaban de este a oeste. La enorme dimensión de la base material del poder norteamericano quedó consolidada. Se abría así la etapa de expansión imperialista.
Hasta este periodo la intervención norteamericana manifestada bajo el paraguas de la doctrina Monroe y el Destino Manifiesto, se justificaba con la idea de protección de los intereses de Estados Unidos en el resto de América, en la protección de sus conciudadanos y sus bienes económicos, o para la expansión territorial de su Estado sobre los vecinos. En el último cuarto de siglo, se produce un salto cualitativo en el intervencionismo, en paralelo a las primeras iniciativas panamericanas y en 1894, con la guerra hispanoamericana. Este es el escenario que debemos relacionar en el plano de las doctrinas, con la aparición y difusión de las ideas del contraalmirante Mahan.
El contraalmirante Mahan y la era del imperialismo
En ese periodo, sobre finales del siglo XIX, Alfred Mahan va a sumar a la geopolítica norteamericana, guiada por el Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe, los elementos para un país que pretenda proyectar sus intereses por todo el planeta, como potencia en la era imperialista. Podemos calificarlo de creador de doctrina y parte de las escuelas geopolíticas de mayor influencia (2).
Alfred Thayer Mahan (1840-1914) participó en la Guerra de Secesión, fue un observador y admirador del modelo británico de expansión imperial y fue docente en el recién creado Naval War College de Newport. Su más conocido trabajo «La influencia del poder marítimo en la historia (1660-1783)», publicado en 1890, es donde da sustento histórico a su tesis y se desarrolla en función del análisis del imperio británico (3). Busca definir los principios del poder naval en una época de transición tecnológica y de sistema mundial, donde se pasa de las velas al vapor y a los buques blindados; el comercio naval se expande con rapidez y las distancias se acortan (también es la época de los ferrocarriles, el telégrafo, etc.).
Cuando Mahan presenta su teoría, coincide con el rol del futuro presidente Theodore Roosevelt como subsecretario de marina. Así, vemos que hay una conjunción entre lo que teoriza Mahan y lo que toma y despliega Roosevelt unos años después (aún en vida de Mahan), a principios del siglo XX. Roosevelt se transforma en presidente de los Estados Unidos, enuncia el conocido Corolario Roosevelt, del que emana la idea del Big Stick, el gran garrote para el trato y la solución de problemas dentro de América (que tratamos en el anterior capítulo). En este marco es que, a los lineamientos básicos del imperialismo estadounidense de fines del XIX y principios del XX, se suman en un lugar central las ideas del apóstol del poder naval, dándole una dimensión geopolítica a la presencia marítima de los Estados Unidos.
Vemos que en el tercer cuarto del siglo XIX la Pax británica estaba llegando a su fin con la aparición de Alemania, Japón y los Estados Unidos de Norteamérica como potencias navales. La pregunta a la que responde Mahan es ¿qué rol tendrá el poder naval en la dirección futura de los asuntos internacionales? sabía que la historia contenía pistas valiosas que apuntarían hacia una respuesta.
En esos años, Estados Unidos se expandió en los océanos. Adquirió el archipiélago de Hawái en el centro de la cuenca del Pacífico. Por medio de la guerra contra España, se apoderó como semicolonia (“enmienda Platt” de por medio) de Cuba (y hasta la actualidad de Guantánamo), Puerto Rico y Filipinas. Impulsó la escisión de Panamá y se adueñó de la Zona del Canal, donde construyó el estratégico paso interoceánico de unión entre el Atlántico y el Pacífico. Todos estos hechos de intervención y conquista se encuadran en necesidades prácticas, que emanan de la doctrina Mahan con su planteo de consolidación “insular” de EEUU (los mares en torno a una isla deben ser resguardados contra cualquier enemigo o competidor).
¿Cuáles son las principales definiciones del contraalmirante? El poder Marítimo es la capacidad de crear, desarrollar, explotar y defender los intereses marítimos de un país, tanto en la paz como en conflicto. Consiste en la facultad que tiene un Estado para usar el mar en su beneficio. Es de destacar que para Mahan “poder marítimo” y “poder naval” son complementarios, pero no lo mismo. El poder naval es el militar, resguardo y garante del poder marítimo. Este último abarca el económico, la industria naval, intereses, vías de comunicación, logística, control de recursos, comercial, etc. Por eso, para entender mejor, es más correcto hablar de “intereses marítimos”, como hizo el almirante argentino Segundo Storni. Dichos intereses serían: logística, Marina Mercante Nacional, transporte marítimo y fluvial, terminales marítimos, comercio exterior. Industria y ciencia: flota pesquera e instalaciones de apoyo, buques e infraestructura de investigación científica oceánica, industria naval, establecimientos de exploración y explotación de las aguas y fondos marinos. Cultura naval: deportes náuticos, cruceros de turismo, etc. Y, para que esto sea materializable y defendible: poder naval, que son las fuerzas militares.
¿Qué implican estas ideas respecto al cambio de doctrina naval? Por más de 100 años, hasta aproximadamente 1890, la Marina de los Estados Unidos, actuaba dispersa a lo largo de sus costas, por escuadrones o en misiones especiales, como las que acompañaban la intervención en las débiles republicas nuestroamericanas, o el ataque a Malvinas. En tiempo de guerra, se acostumbraba a colocar en puertos y bahías unidades navales, que pretendían invasiones o ataques del enemigo. Es en la era que desarrolla sus ideas Mahan, quien comienza la forma moderna de proyección naval norteamericana.
Para Mahan, si una nación deseaba ejercer influencia política en regiones inestables, debía poseer bases convenientemente situadas; y las exigencias del comercio en tiempo de paz, dictan a menudo la necesidad de tales posesiones. Mahan estableció que la misión primaria del Poder Naval era mantener libres las líneas de comunicaciones marítimas a la navegación propia, e impedir su utilización por parte del adversario. Sostenía que controlar y gobernar la distribución de poder político a través de la tierra era una tesis del pasado (y en esto veremos como desarrolla el tema Spykman). Fundamentaba que lo central del poder de una nación era la capacidad de los Estados de manejar el uso de los océanos y pasos internacionales marítimos, por donde se canalizaba el transporte. Mahan presentó el concepto de “insularidad”, debatiendo contra el común concepto de “continentalismo”. Por insularidad, señaló la cualidad geográfica de un Estado que se encontraba rodeado de mar y bajo cuya definición entraban Gran Bretaña y Japón, entre algunos pocos ejemplos. Pero agregó al concepto de países insulares a aquellos Estados que ocupan una posición continental, con vecinos continentales sumamente débiles o que no representan una amenaza geopolítica (4).
En este sentido, se encuentra una cuestión clave en el desarrollo del imperialismo norteamericano: la imperiosa necesidad para los Estados Unidos de conectar los dos océanos y controlar esa conexión. Es decir, Estados Unidos había logrado hacer desaparecer sus fronteras terrestres, en el sentido de riesgos de seguridad y defensa. Le quedaba la frontera con México, al cual ya había derrotado en 1848 y la frontera con Canadá, que la interpretaba más como una zona defensiva. La concreción de esta aspiración (necesidad) geopolítica, fue la escisión de Panamá respecto de Colombia, la disputa con otras potencias y la construcción por parte de EEUU del canal, con su zona de ocupación vigente hasta tiempos recientes. Como también la invasión al país en 1989, para mantener la seguridad del paso interoceánico con un país controlado.
Para sintetizar, la teoría mahaniana le da una importancia central a lo largo de la historia al control del mar, por las necesidades del tráfico marítimo comercial. O sea, el control de la logística del comercio mundial de mercancías, puntos geográficos claves, entradas a grandes ríos estrechos, puntos de abastecimientos o accesos a zonas productivas de defensa o estratégicas. Y el control absoluto por parte de la marina de Estados Unidos de los mares circundantes y vías de comunicación que permitan hacer del país una isla (como gran Bretaña). Podemos afirmar también, que la influencia de la doctrina Mahan define con total claridad el uso del poder marítimo hasta el día de hoy. Y prácticamente en todos los países, se considera como válida la definición de que: “el poder marítimo es la suma de los intereses marítimos de un país, más su poder naval”.
Su pensamiento en relación con Estados Unidos se centra sobre tres conceptos geopolíticos (González y Aznar, 2013). En primer término, el país habría de dotarse de una flota y controlar el entorno cercano; en segundo lugar, debería tener presencia naval en aquellas aguas más alejadas de territorio norteamericano; y, finalmente, dominar los mercados y los puertos de apoyo necesarios para, cerrando el círculo, reforzar por el mar el poder nacional y su economía. Es esencial en su propuesta, la creación escalonada de una flota capaz de actuar a nivel global. Para ello, la dimensión de la flota de un país que tenga estos objetivos y, en particular la flota de los Estados Unidos, debería estar en condiciones de derrotar en forma simultánea a la segunda y a la tercera marina en orden. Eso iba a dar la dimensión de la flota norteamericana. Esto se llamó el “Two Power Standard”, doctrina de origen británico. En términos estrictamente militares, al objeto de conseguir ese efecto y, en virtud del principio de concentración, era imprescindible la capacidad de conexión entre los dos océanos del país continente (por eso la construcción del Canal de Panamá y las acciones necesarias de intervención). Y no sólo eso, sino que también, y como elemento clave de su propuesta geopolítica, propugnaba un férreo control sobre el mar Caribe, que calificaba como “el Mediterráneo americano” (simil al mare nostrum romano). También señalaba la importancia del Asia-Pacífico, del golfo de México y el control de Hawái. Como vemos, la relación de las acciones de EEUU: su flota, sus marines (y sus aventureros semiprivados) del periodo es evidente. Inclusive, el ancho de sus buques de guerra está determinado por el ancho del canal. Y no solo esto, sino que, en la actualidad, los grandes buques de transporte de contenedores (PANAMAX) relacionan su tamaño con el ancho y calado del canal de Panamá.
Entonces vemos que Mahan desarrolló los criterios para un cambio en la política naval norteamericana, para una nueva estrategia naval y para la conformación de una nueva Fuerza Naval con un nuevo concepto de las operaciones en el mar. Y esto es importante, al relacionarlo con el futuro rol del Cuerpo de marines, que veremos más adelante. La presencia naval alejada, es decir, contar con bases a lo largo de todas esas líneas de comunicaciones marítimas por donde pasa el comercio; el dominio de los mercados y de los puertos de apoyo necesarios para ejecutar ese comercio, requeriría de flotas y capacidad de desplegar unidades para acciones en tierra, relacionadas con las flotas en forma rápida.
Podemos afirmar que las ideas modernas del dominio del mar son de su conceptualización. Así como su consecuencia inmediata: la competencia entre armadas y flotas mercantes, tanto inter imperialista, como en el desarrollo de menor escala en países como Argentina, Brasil y Chile, en el siglo XX.
Mahan no fue solo un teórico, Estados Unidos aplicó esas ideas en forma decidida en su política exterior. Enlazada con la doctrina de Roosevelt, el Poder Naval asume las funciones de policía para establecer formas de gobiernos amigables con Estados Unidos, que proclama su compromiso con la “difusión de la democracia”. Además, se aproximó al concepto de interés nacional y al realismo en relaciones internacionales. Y fue el creador de términos ampliamente difundidos como “Oriente Medio”.
De aquí podemos deducir las dos posturas que suelen entrar en tensión al interior de la política del país del norte. Una más volcada hacia adentro, más conservadora (a veces aislacionista) y otra más dinámica hacia afuera, intervencionista y expansionista. Debemos señalar, para no llamar a confusión, que tanto el aislacionismo como el intervencionismo, son parte de la misma dinámica y que se imponen de acuerdo al contexto. Mahan, obviamente, con su visión expansionista del poder marítimo, siempre optó por la opción intervencionista de la política norteamericana.
A partir de la Guerra Hispano-estadounidense de 1898, es cuando se consolida en el poder Roosevelt y se consolida la teoría mahaniana. Es el período en el que se multiplican las intervenciones militares que llevan adelante los Estados Unidos hasta antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, por lo que podemos hablar de una etapa en sí misma. Es de destacar que casi todas las intervenciones militares directas en América se dieron en lo que Mahan había denominado el mediterráneo americano.
Notas
- Si bien después iba a incorporar Hawái y Puerto Rico en el Mar Caribe.
- Cuando hablamos de escuelas geopolíticas, tiene que haber, en primera instancia, pensadores contemporáneos que, al menos, coincidan en los fines, aunque puedan discutir en los medios para alcanzar ese fin. Segundo, tiene que haber una continuidad en la línea de tiempo respecto de ese pensamiento, de esos geopolíticos contemporáneos. En tercer lugar, es que esas teorías no sean formulaciones académicas sin práctica, sino que lleguen a la aplicación a través de políticas de Estado. Es decir, si esas tres variables se dan, podemos hablar de una escuela geopolítica.
- Desde su cátedra de táctica e historia naval, en el Naval War College de Newport, estudió y analizó los hechos históricos en un amplio período que va desde 1660 hasta sus propios días, lo cual vierte como ya hemos señalado en tres obras que tuvieron gran repercusión en el mundo: “La influencia del Poder Naval en la Historia, 1660-1783”, la cual fue completada y perfeccionada en 1911 al publicar su libro “Estrategia Naval”; “La Influencia del Poder Naval en la Revolución Francesa, 1793- 1812”; y “La Vida de Nelson”.
- La clave de la insularidad no es solo ni principalmente defensiva, sino de seguridad, que permite actuar en el mundo sin riesgos en el propio país. Por ejemplo, será desarrollada por Brzezinski. En Eurasia, “el gran tablero” de Brzezinski (1998), la posición insular de los Estados Unidos, alejada del escenario, pero vinculada con él por el mar, ofrece una gran ventaja.