Por Miguel E. Salazar.
«Nuestro G/J Pérez Arcay nos deja su ejemplo, su prosa y su verbo, y nos deja su pluma encendida a esta generación que portamos hoy, un uniforme (…) Mi G/J fue uno de esos soldados que no colocó fronteras entre las luces, la moral y la virtud armada».
G/J Vladimir Padrino López, Ministro del Poder Popular para la Defensa. 21 septiembre de 2021.
Maestro de maestros del joven cadete, del teniente soñador y del guerrero bolivariano, comandante Hugo Chávez Frias fue el General en jefe, Jacinto Pérez Arcay, “El General de las Luces”. Este falconiano fue decisivo en la formación geopolítica de quien asumiera la presidencia de la República en diciembre de 1998 derrotando por la vía electoral a la más rancia oligarquía venezolana.
En una de sus obras escritas que nos deja para la posteridad el Samuel Robinson del Siglo XXI, que lleva por título, “Hugo Chávez Alma de la Revolución en Cristo y en Bolívar”, nos invita a despejar la siguiente interrogante: “¿Qué perspectivas futuras pudiéramos nosotros columbrar para el Estado venezolano nacido con el Grito de Caracas, que discurrió las guerras de Independencia y Federal del siglo diecinueve, las guerras políticas-económicas del siglo veinte y ahora sufre los para nada sorprendentes embates mediáticos-terroristas del Imperio globalizador?”. No tarda mucho en señalarnos la respuesta en la forja esculpida por Pérez Arcay en el pensamiento de Hugo Chávez, citando una líneas del libro de Agustín Blanco Muñoz, “Conversaciones con el Comandante”, entre los años 1995 y 1998: “Las fuerzas nacionales de identidad, que nos transfiguran o nos desfiguran la identidad, surgen de nuevo, empujadas por fuerzas históricas que van quedando en las raíces del pueblo. Yo creo estar inserto en una de esas corrientes: un nacionalismo latinoamericano hacia lo nuestro. Un poco planteo lo nuestro, del que hablábamos meses atrás en estas mismas conversaciones, de volver a lo nuestro. Esta ofensiva neoliberal, capitalista, que podemos llamarla imperial, es para tratar de borrar, con planes muy concretos, el poder nacional, económico, militar, intelectual, científico; el ejército, la industria nacional (…) sin embargo yo creo que hay fuerzas que se resisten y están en el escenario. No son fuerzas misteriosas. Tienen nombre y apellido; están tomando cuerpo en todo este continente. Yo, en eso, soy optimista y creo que no estoy fuera de la realidad, al menos de parte de ella”.
Estas fuerzas con nombre y apellido siguen pujando casi dos décadas después por el Poder en este lado del hemisferio occidental, una lucha en un mundo cada día más multipolar que dibuja y desdibuja los escenarios de la geopolítica regional y mundial.
Pérez Arcay además puntualiza que para derrotar ese “fatalismo histórico” que más de una vez han querido imponer a los pueblos, desde el llamado “fin de la historia” o “fin de las ideologías”, el “El fin de la historia y el último hombre” de Francis Fukuyama o el “fin de los regímenes progresistas”, la lucha de los pueblos caricaturizada en obras como “La llamada de la Tribu” de Vargas LLosa o la de Klaus Meschkat, “La crisis de los regímenes progresistas y el legado del socialismo de Estado”, nos señala Pérez Arcay que habremos de comenzar por “aprender a navegar unidos en esos mares procelosos, fortaleciendo siempre la unidad de la nación, tendremos que esforzarnos en la unión y despertar nuestras pulsiones constructivas; desarrollar nuestras virtudes cardinales y ejercitar nuestras fuerzas morales; fuerzas estas que, orientadas con pragmatismo histórico a nivel de la seguridad y defensa nacional, nos permitirá equilibrar la masa física enemiga, como enseñaba Bolívar”. De esta manera a esos intelectuales fatalistas de la historia, sepultureros de la esperanza de los pueblos, se les anteponen otros con ideas fraguadas al calor de la lucha de los pueblos por el Poder.
En la idea sobre la geopolítica y la defensa nacional, el General en Jefe Jacinto Pérez Arcay, le antepone el conocimiento milimétrico de la Patria. Conseguido este conocimiento principalmente en el ideario bolivariano, “luces y virtudes sociales” “¿cómo contrarrestar las depredadoras penetraciones darwinianas planificadas desde allende las fronteras, si no es mediante una luminosa y poderosa estrategia de lucha por la verdad, amparándonos en las luces moralizadoras?”. Citando a otro ilustre venezolano, Mario Briceño Iragorry, el General de las Luces, llama a las generaciones a renovar constantemente los esfuerzos por alcanzar una mejor patria capaz de levantar la frente ante esta lucha por la hegemonía, por ende por el poder: “Nada nace de nada: urge un desbordamiento pedagógico-educativo hacia el porvenir, pertrechados con los recados de la historia…”.
“Hagamos historia”, un concepto marxista, “Toda la historia no es otra cosa que la transformación continua de la naturaleza humana”, ver los caminos inducidos por la naturaleza de las cosas, “promovidas por sus particularidades geográficas”, de acuerdo a la idea de Pérez Arcay, quien termina afirmando que “a través del prisma de la Naturaleza –y natura non facit saltus- pudiéramos ver a nuestra nación –que según Bolívar, había nacido de las relaciones inherentes a la naturaleza de su tan especial encrucijada planetaria- templado su espíritu en la fragua de sus trivalentes raíces culturales”.
Venezuela, insiste Pérez Arcay, es el producto histórico, “la eterna inspiración de la naturaleza y el persistente aguijonamiento de factores geográficos” que actuaron sobre los hombres y mujeres de esta tierra. Para explicar esta idea, Pérez Arcay recurre a su fuente inagotable de respuestas, el Ideal Bolivariano, apuntando esta vez al Discurso de Angostura que explica el nacimiento de esta tierra en el convulsionado mundo de invasiones y conquistas coloniales, que pretendían borrar la memoria colectiva de quienes en el pasado forjaron Nuestra América: “Los hechos desencadenados en 1810 fueron resultado de la conjugación de una serie de factores que hicieron que por vez primera se diera el grito de independencia y se tratara de estructurar una república independiente. Esos factores estaban formándose desde hacia trescientos años, pero aparecieron en ese preciso momento”.
Sobre este respecto, Pérez Arcay nos indica que “el vigor de la imaginación de nuestro primer geopolítico, Bolívar, le permitió observar, intuir y auscultar al pueblo como un todo, y a la Nación como un elemento esencial de ese organismo viviente que es el Estado”, citando a Bolívar, “Nada es tan conforme con las doctrinas populares como el consultar a la nación en masa sobre los puntos capitales en que se fundan los Estados, las leyes fundamentales y el Magistrado Supremo. Todos los particulares están sujetos al error, o a la seducción: pero no así al pueblo, que posee en grado eminente la conciencia de su bien y la medida de su Independencia. De este modo, su juicio es puro, su voluntad fuerte y, por consiguiente, nadie puede corromperlo, ni menos intimidarlo. Yo tengo pruebas irrefragables del tino del pueblo en las grandes resoluciones; por eso es que siempre he preferido sus opiniones a la de los sabios”.
Qué hacer entonces, sugiere el General en jefe Jacinto Pérez Arcay al estadista, lo invita a buscar en el Ideario Bolivariano la idea de geopolítica y defensa nacional, ¿cómo iluminar el sueño revolucionario de hoy, sino aprehendiendo el legado bolivariano registrado en documentos y en la memoria histórica? Se interroga el propio Pérez Arcay. En el “Alfarero de las Repúblicas”, en referencia a Bolívar, se entiende el “proyecto geopolítico unitario como sostén de la revolución de Nuestra América”. Se entiende entonces el por qué de los Estados Unidos en precisar a los gobiernos progresistas y revolucionarios que han alcanzado el poder por la vía electoral, es entendible de quienes arropan la Doctrina Monroe desde Washington y a sus aliados en la región en llevar a cabo un cerco inicial sobre la idea integracionista bolivariana que significo UNASUR, también en precisar a otro proyecto político integracionista como lo es la ALBA o enviar emisarios a la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada recientemente en México, bajo el impulso del presidente Andrés Manuel López Obrador. La idea bolivariana de la UNIDAD entre los pueblos latinoamericanos y caribeños sigue siendo después de 200 años el principal enemigo de la elite militar y política de Washington. La amenaza sobre Venezuela, desde Colombia por instrucción de la Casa Blanca, tiene en la proyección de la Revolución Bolivariana con sus virtudes y defectos sobre este continente y el mundo su razón geopolítica: “Necesitamos pensar el destino del Estado en cuanto epicentro vital del Subcontinente y ello implica conocerlo como disparador histórico, hoy fortalecido por su ubicación y potencialidades petrolera y acuífera”.
La capacidad geopolítica en la el Ideario Bolivariano, nos indica el General de las Luces, está en el estudio preexistente del Libertador y su capacidad de intuición, tal como lo comprendió a cabalidad el Comandante Hugo Chávez y lo comprende el Presidente Constitucional Nicolas Maduro Moros. Es en esa capacidad de percibir la “simbiosis histórico-geográfica”, anota Pérez Arcay que “Bolívar pudo educir del pasado –en obligada dialéctica con el presente- la prognosis futura del Estado (capacidad profética) y, con ello, precisar si el camino a seguir habría de modificarse”. Y más adelante continua señalando: “La grandeza del pensamiento y en la acción hizo de Bolívar el Ser Uno americano: Él es Nuestra América, el Precursor de anfictiónica americana; Él Personifica la dimensión y alcance de los sentidos colectivos y el alma de la Nación de Repúblicas que habrá de cristalizar algún día en la Región. Como Alfarero de Repúblicas pudo intuir que cada Estado americano insinuaba una especie de organismo viviente con características culturales y civilizatorias particulares (carácter y genealogía), mundo de sentimientos (temperamento) e intereses peculiares que no pueden ser hacia la destrucción, sino a la sobrevivencia”.
“Para nosotros la patria es América”, cita a Bolívar nuevamente el General de las Luces para que no nos desviemos en el camino estratégico: “Eran entonces los días prelúdiales del Congreso de Angostura, cuando imaginaba un gran núcleo de expansión –Colombia- centrípeto y motorizador del proyecto unionista que había mentalizado desde sus primeras ideas la Sociedad Patriótica. Empero debieron morir la Primera y la Segunda Repúblicas para que Bolívar pudiese imaginar una gran batalla que desde Venezuela permitiera catapultar una victoria definitiva en el Sur. En efecto, no bien firma el parte triunfal de Carabobo, cuando expresa: “Ahora vamos a redondear Colombia”, invocando con ello el objetivo político-militar de la Campaña del Sur que habría de culminar con la libertad de Perú y la creación de Bolivia”.
Entender la idea geopolítica y defensa nacional en la obra del G/J Jacinto Pérez Arcay, el General de las Luces, es asumir que Carabobo sigue siendo el principio y fin de la gesta libertadora del siglo XXI.
A la memoria del G/J Jacinto Pérez Arcay, el General de las Luces, la Moral y el Pueblo en Armas.
¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!
¡VENCEREMOS!
Referencias.
Pérez Arcay, Jacinto. Hugo Chávez Alma de la Revolución en Cristo y en Bolívar. Primera Edición. Impresión Graficas Reus C.A. Caracas, 2013.