Por Medardo González
Ex combatiente y Ex secretario General del FMLN
El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) nació como partido clandestino de hecho, fuera de la legalidad, revolucionario y enarbolando sin vacilaciones la lucha armada como vía hacia la toma del poder político. Revolucionario de cara al pueblo – como necesidad histórica tras 48 años de dictadura militar – nació el 10 de octubre de 1980. Desde 1932 en efecto, coroneles o generales se sucedían en la Presidencia de la República, apoyados y asesorados, sistemáticamente y sin discontinuar desde entonces, por los gobiernos de los EE.UU.
Una larga dictadura, con fachada de democracia, como producto enlatado de exportación en manos de los imperialistas: en El Salvador tenemos democracia, cada 5 años se celebran elecciones. Era así como, mientras gobernaba el dictador de turno (coronel o general), la Fuerza Armada, actuando como partido, escogía, bajo el ojo vigilante de LA embajada, quién de entre su cúpula sería el sucesor. Y, llegado el día de las “elecciones”, tropa y cuerpos represivos civiles se tomaban desde tempranas horas de la madrugada los centros de votación y alrededores con el objetivo de intimidar a los ciudadanos a fin de que votaran “bien”. Por su lado los terratenientes enviaban desde sus fincas a sus colonos, controlados por capataces, a votar “según su conciencia”. Pero como era necesario asegurar una elección aplastante, otros esbirros al servicio del Consejo Electoral procedían, acto seguido al cierre oficial de la votación, a rellenar las urnas con papeletas antes de proceder al conteo y proclamar, solemnemente por supuesto, como ganador al querido coronel o al ilustre general…, todos bajo las órdenes de Casa Presidencial.
Como sabemos, los de mi edad y tantos amigos de mi edad, que lo que pasaba en nuestro país, pasaba por igual en la región centroamericana y en buena parte de nuestra América Latina. Las oligarquías, aliadas sumisas al imperialismo, se ocupaban de los asuntos públicos de nuestros países como se ocupaban de sus haciendas.
En enero de 1932 la oligarquía salvadoreña sofocó a sangre y fuego un levantamiento campesino “comunista” asesinando a más de 30 mil indígenas de la zona occidental del país. Después del genocidio se dedicó durante años a perseguir y capturar a estudiantes universitarios, a campesinos, a jornaleros, a artesanos, y a las organizaciones gremiales de la capital. Así llegamos a 1944, cuando el dictador del momento fue depuesto por un levantamiento popular conducido por líderes obreros y clases medias; pero nuevamente otra junta llamada Cívico-Militar asumió el poder y el régimen de dictadura continuó, con algunos pequeños cambios, hasta que fue derrotada militarmente y desmontada en 1992 por el FMLN y el pueblo al final de la guerra de liberación, guerra que duró doce años (1980-1992). Con la firma de acuerdos de paz se hicieron reformas profundas a la Constitución – inimaginables sin nuestra guerra popular – que fundamentalmente: fortalecieron la independencia de los poderes del Estado, sometieron a las Fuerzas Armadas al poder civil, al sistema electoral; le sacaron las manos del Tribunal Electoral al Ejecutivo… y sobre todo y no es poca cosa: los partidos políticos pasaron a ser los garantes de los contrapesos en el funcionamiento del Estado y de la necesaria transparencia de los futuros gobiernos.
Sin embargo debo señalar que nuestra correlación acumulada hasta ese momento no nos permitió proponer una reforma (ni de fondo ni de forma) al modelo económico, ya para entonces (desde 1989) bajo las pautas y la doctrina del neoliberalismo.
Cabe recordar que la década del 60 fue de avance económico en Centroamérica. Cito por ejemplo la creación del Mercado Común Centroamericano, que integró la región y le permitió a El Salvador mejorar sensiblemente sus carreteras, sus ferrocarriles, sus aeropuertos, sus comunicaciones telegráficas y telefónicas. Se avanzó en la electrificación del país, se desarrolló la industria manufacturera ligera; la cual dio gran impulso a la clase obrera y al fortalecimiento de sindicatos. Resurgieron vigorosas las fuerzas de izquierda, la lucha de calle y se fortaleció el Partido Comunista de El Salvador. Creció la conciencia de la comunidad universitaria alrededor de la Universidad Nacional, proyectándose como sujeto crítico dentro y fuera de las aulas. Y, hecho bien importante: se fundó en junio de 1968 el sindicato de los maestros del sistema público de educación, ANDES 21 de Junio.
En 1967, con la huelga en la única fábrica de acero del país asistíamos a una nueva lectura de la realidad nacional: se vislumbraba ya, en sectores de avanzada la necesidad de “otra cosa”, de otra vía para tumbar la dictadura. La “huelga del acero”, como aún hoy se le conoce a esa lucha obrera, había sido como un campanazo para muchos de nosotros, algunos apenas salidos de nuestros años adolescentes. Esa coyuntura (o contradicción, si se quiere) se resolvió con la llamada burlonamente por periodistas Guerra del Fútbol entre El Salvador y Honduras, y que no fue en verdad más que la expresión de fuertes disputas en defensa de sus intereses entre oligarcas hondureños y salvadoreños. Por su lado en nuestro país la mayoría de la dirección del Partido Comunista declaró su apoyo al gobierno militar, pues según ella había que sumarse a la defensa de la nación; profundizando así la división entre dos pueblos hermanos. Hecho que provocó (julio de 1969) el nucleamiento inicial de la izquierda revolucionaria.
1970 es el año del surgimiento clandestino de las dos organizaciones más representativas de las guerrillas urbanas en El Salvador, que operaban con lo que dimos en llamar propaganda armada, “acciones de requisa de armamento mediante pequeñas operaciones, búsqueda de recursos financieros y operaciones de solidaridad internacional. El movimiento estudiantil de la Universidad de El Salvador, influenciado desde entonces por un enfoque rupturista y radical, más la lucha de los maestros de ANDES 21 de Junio se convirtió así, crecientemente, en el ejército propagandístico de masas y de agitación, organizándose a partir de su propia práctica.
Ya para 1974 el naciente movimiento popular del que acabo de hablar es fuerza atractiva a la que de manera natural se incorporan – casi semana tras semana – organizaciones campesinas (a su vez organizadas en sus respectivos gremios), numerosos sindicatos obreros, comunidades interurbanas y barriales, intelectuales, artistas, etcétera.
En enero de 1981, ya como FMLN, un año y meses después de la revolución sandinista, le dábamos inicio a la guerra de guerrillas propiamente dicha, ejército contra ejército; ejército popular, el de los pobres, contra un ejército asesorado y pertrechado por los EE.UU. mucho más que antes. Una guerra durante 12 años ininterrumpidos en condiciones totalmente adversas en un pequeño país de 21 mil km2 con una alta densidad poblacional. Un ejército popular compuesto de guerrilla formada en la lucha de masas en las ciudades, en las milicias y en los pequeños núcleos guerrilleros iniciales, con una moral ofensiva, combativa y alto espíritu revolucionario, que no esperaba al enemigo sino que se mantenía en constante movimiento buscándolo y atacándolo, siempre por sorpresa. Desarrollamos así gradualmente, a partir del conocimiento del terreno pequeñas, unidades guerrilleras, tropas regulares de destacamentos y batallones, tropas especiales altamente desarrolladas,con las que derrotamos y destruimos grandes unidades enemigas en movimiento, aeropuertos, toma de cuarteles, y otros centros del poder burgués-oligarca. Solo el apoyo masivo y diario del imperialismo nos impidió superar la fuerza militar, económica y política del ejército enemigo.
Pero la Historia va, son los hombres que la hacen, y tiene sus sorpresas: se cayó la URSS, se debilitó Nicaragua, el Imperio endureció su bloqueo y aislamiento a Cuba. El FMLN tuvo que negociar, eso sí: con una mira: el desmontaje de la dictadura, abrir espacios a la democracia (aun burguesa) y pelear en la mesa el derecho a luchar a través de medios ahora solo políticos, hacia la revolución democrática.
De tal manera que 17 años de lucha parlamentaria y popular tuvieron que pasar desde la firma de los acuerdos de paz hasta el triunfo electoral de marzo del 2009, con el periodista Mauricio Funes de mentalidad centroizquierda, formado por los jesuitas, amigo del FMLN, con el que pudimos compartir en ese primer gobierno un enfoque de izquierda, por ejemplo en política exterior abriendo relaciones diplomáticas con Cuba desde el primer día de gobierno, lo mismo días después con Vietnam; pero mostrándose reticente (ese Presidente) respecto a Venezuela y Nicaragua (pero no hostil). En lo social compartimos una política económica de inclusión de los sectores más pobres, el aumento de dos puntos porcentuales al impuesto a los más ricos, un programa especial en la búsqueda de mayor igualdad de género (con la creación del programa Ciudad Mujer) y, como hecho más representativo de una política social de fondo, el impulso de una reforma de salud para potenciar la atención descentralizada y de prevención que facilitase la atención médica a las familias en sus lugares de vivienda, con atención primaria mediante la creación de equipos médicos en las comunidades, colonias y caseríos, hecho sin precedentes en la historia del país.
En nuestro segundo gobierno presidido por Salvador Sánchez Ceren, ex miembro de la Comandancia General del FMLN, logramos, a pesar de EE.UU y de la oligarquía, abrir relaciones diplomáticas con China Popular, se impulsaron políticas públicas de beneficio social con un presupuesto superior a un 50% del presupuesto anual, durante los cinco años del mandato; se redujo el analfabetismo en un 89%. Y, en los diez años de ese gobierno de izquierda (FMLN) la pobreza se redujo diez veces más que en el mismo período (diez años) de gobiernos de derecha: 38% a 28% (con nosotros), 38% a 37% (con la derecha, un punto). Se alcanzó además autonomía alimentaria, principalmente en maíz, frijol, sorgo, frutas. Se eliminaron al máximo posible enfermedades como el paludismo, el dengue, la viruela. En infraestructura vial logramos el mejor sistema de comunicaciones en la región centroamericana (puentes, carreteras).
Y… SIN EMBARGO PERDIMOS LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES EN FEBRERO DE 2019
Con toda certeza puedo sostener que la década de gestión de los dos gobiernos del FMLN, junio2009 – mayo2019, fue de progreso para el país, de mejora de la calidad de vida para toda la población, principalmente los más pobres y los marginados. Trabajamos en la creación de instituciones en pro de una real participación de los ciudadanos en los asuntos atinentes a la gobernabilidad (información accesible, transparencia en el quehacer de nuestros funcionarios). En pocas palabras, procuramos una mayor amplitud a la democracia, 17 años después de terminado el conflicto y firmados los Acuerdos de Paz.
Pero, tenemos que reconocer que cometimos errores graves, sin duda decisivos en una sociedad como la nuestra. Una sociedad de clases en la que precisamente por efecto de la guerra popular, los poderosos aprendieron a defenderse: no habían ganado la guerra, pero no la habían perdido. Eran ellos que se quedaban en su cancha, éramos nosotros, junto al pueblo, que entrábamos a “jugar”… en esa cancha, que siempre había sido la suya. Y, como lo señalaba, cometimos errores; por ejemplo:
- Nuestros gobiernos (principalmente el segundo) no supieron informar, no supieron comunicar al pueblo en el momento oportuno los avances, las retrancas y astucias del enemigo.
- Implementamos políticas asistencialistas y, no supimos incorporar al pueblo a la lucha por profundizar los cambios en contra de la oligarquía, la embajada de EE.UU y las transnacionales.
- En la búsqueda de la gobernabilidad, usamos casi como único instrumento el DIÁLOGO, siempre con el propósito de la búsqueda del equilibrio de la relación gobierno-partido-pueblo, con los dueños de los bancos y el gran capital. Repito: no nos hicimos acompañar por el pueblo para presionar a los poderes fácticos.
- Aunque mejoramos la tasa impositiva a las grandes ganancias y aumentamos de un 12 a un 17% la tasa impositiva, fue insuficiente para profundizar los cambios.
- Durante la década de gestión de nuestro partido, redujimos el avance del neoliberalismo pero no lo hicimos retroceder.
- La derecha tuvo con la soga al cuello al gobierno “puro” del FMLN, del compañero Salvador Sánchez Cerén en lo relativo a las finanzas públicas. Bloqueo total de fondos para el gobierno. Es éste sin duda, a mi juicio, el más grave error, pues estaba revelando un desconocimiento, teórico y práctico, de lo que es el gran capital nacional, ligado en estos tiempos al gran capital internacional.
- La población esperaba más de los gobiernos del FMLN. Tenía altas expectativas.
- En la búsqueda de un tercer gobierno la Dirección y por lo tanto el partido se dividió en cuanto a la candidatura y la estrategia para enfrentar a Bukele, nuestro adversario y actual Presidente. Nos aplicaron el viejo principio de DIVIDE Y VENCERÁS.
EL NUEVO RÉGIMEN
Tras 15 meses del nuevo gobierno, de Bukele, puedo afirmar con seguridad que fue el candidato opositor al FMLN más agresivo y peligroso antes y durante la campaña presidencial. Siendo alcalde bajo la bandera del FMLN, atacó públicamente a nuestro gobierno y a la persona de nuestro Presidente acusándonos de gobierno neoliberal e ineficiente. Previo a la campaña usaba ya un color distintivo alusivo a su gestión. En julio 2018, después de un pacto con Almagro, el secretario general dela OEA, en una entrevista en CNN atacó a Venezuela, a Nicaragua y a la dirección histórica del FMLN.
Ganó las elecciones en marzo del 2019 y de inmediato declaró su total amistad a la administración de Trump y, su primera salida del país antes de asumir el poder fue a Washington a dar una conferencia en la fundación Heritage, que es un centro de pensamiento Republicano de lo más ultraconservador en ese país. Tomó posesión como presidente y poco tiempo después rompió relaciones Venezuela, desconociendo al legítimo presiden Nicolas Maduro al tiempo que reconocía a Guaidó.
Bukele y su círculo más cercano son de familias, como otras en nuestro país, de origen palestino; que están disputando desde hace años supremacía económica y política a los descendientes de la histórica oligarquía. Está en el esfuerzo de conformar un régimen totalitario militarista y delincuente, asociado en pacto con el crimen organizado de pandillas, para quienes la fuente de enriquecimiento no es el narcomenudeo, sino la extorsión al pueblo pobre y trabajador e inclusive a las pequeñas y medianas empresas. Se caracteriza por ser un gobierno y partido (Nuevas Ideas), que busca formar un régimen fascista protegido por los EE.UU, y que además de declararse abiertamente pro imperialista, ataca al FMLN haciendo creer que nuestro partido está en alianza con Arena, el partido de la derecha más recalcitrante, dando a entender que él es defensor de los trabajadores y de los pobres. Dice no ser ni de derecha ni de izquierda; igual usa hoy mensaje y lenguaje de derecha, pero mañana usa mensaje y lenguaje de izquierda. Miente descaradamente y con mucha facilidad en sus redes sociales repite hasta la saciedad mensajes a sus seguidores.
Bukele y su camarilla junto al imperialismo yanqui han jurado que nos harán desaparecer como partido en las próximas elecciones de febrero de 2021 pero estamos seguros de que el pueblo y la ciudadanía no acepta el militarismo, el poder absoluto; tampoco soporta a los mentirosos, a los corruptos y ladrones que dirigen el actual gobierno central.