Nuestro pueblo aplastará la agresión imperialista

Por Roy Daza

La geopolítica no es un juego de ajedrez ni un algoritmo, es la lucha de las fuerzas del trabajo y la cultura contra el sistema de explotación capitalista globalizado, y hay que decirlo de una vez, en este momento histórico no estamos ante una nueva guerra fría, no se trata de dos polos enfrentados a escala planetaria, ahora, lo que existe es la lucha de toda humanidad contra la política belicista, agresiva, depredadora, rapaz y supremacista del imperialismo norteamericano.

La política imperialista violenta todos los principios contenidos en la Carta de las Naciones Unidas, sobre todo, los que se refieren al Derecho a la Autodeterminación de los Pueblos, al Uso Soberano de todas las naciones de sus materias primas para su desarrollo económico-social, la Igualdad de los Estados, y por encima de todo, la Paz.

En la actualidad, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, asumiendo la llamada “Doctrina Monroe”, pretende sojuzgar y convertir en colonias, a los Estados independientes que están al sur del Río Bravo, y en otras regiones del planeta; ya ni siquiera adopta la simulación que otros sostuvieron, sino que promueve e instaura dictaduras de manera abierta, con un nivel de descaro que no tiene límites, y es así como, a la República Bolivariana de Venezuela ha intentado imponerle, por la fuerza, a un “presidente” pero ha fracasado de la manera más estrepitosa, y seguirá fracasando en lo sucesivo.

Si la Administración Trump se le ocurriese utilizar la fuerza militar e invadir a la Patria de Simón Bolívar, se desataría una guerra de liberación, y nuestro pueblo aplastará la agresión imperialista y los invasores serían derrotados y expulsados.

Hoy decimos con el Libertador Simón Bolívar: “El velo se ha rasgado, ya hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas, se han roto las cadenas; ya hemos sido libres y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por lo tanto la América combate con despecho, y rara vez la desesperación no ha arrastrado tras de sí la victoria”.

Venezuela es hoy uno de los puntos neurálgicos de la lucha de los pueblos del mundo contra el yugo imperialista, porque la epopeya de este siglo XXI es la continuidad de la que libraron nuestros Libertadores; los imperialistas y sus aliados no nos perdonan que avancemos en la ruta de construir una nueva democracia, en la que el poder reside intransferiblemente en el pueblo, por tanto, es protagónica, es representativa y participativa al mismo tiempo, es una democracia social, sistema político que es radicalmente contrapuesto al régimen político norteamericano, que es una plutocracia, es decir, la negación absoluta de la democracia.

No pueden admitir que hagamos uso soberano de nuestras riquezas y que esos recursos sean distribuidos de manera progresiva entre los más humildes; para los imperialistas es un peligro que América Latina y el Caribe se integren. Y tampoco aceptan que nuestro Presidente Maduro –igual que lo hizo Chávez- no se someta a sus designios, no se quede callado ante las injusticias y reivindique nuestros derechos inalienables como nación.

La lucha de los pueblos de todos los continentes está vinculada a la lucha del pueblo de los Estados Unidos y la lucha del pueblo de Abraham Lincoln habrá de apoyarse en la lucha de todos los pueblos que aman la fraternidad, la igualdad y la libertad, y es por ello que los “señores” del Pentágono se enardecen cuando nosotros, los chavistas, enarbolamos las banderas de Martín Luther King, y mucho más, cuando el “Bella Ciao”, la canción “Venezuela”, o el himno “El pueblo unido jamás será vendido”, llenan plazas y calles con su inacabable fuerza moral, enrostrándole al fascismo de estos tiempos, que la belleza y la verdad son, siempre, revolucionarias.

La antidemocracia neoliberal

La experiencia del pueblo venezolano de lidiar con un poderoso enemigo es amplia, dado que las medidas impuestas contra la economía afectan las funciones más elementales del proceso productivo, paralizan las transacciones financieras internacionales, impiden que obtengamos créditos en los mercados mundiales y las sanciones a las empresas o entidades bancarias que negocian con Venezuela, tiene un impacto terrible en la economía y en la vida cotidiana los ciudadanos.

Quebrar las políticas de equilibrio social, de articulación productiva y comercial, de bienestar social, que se pusieron en marcha en los gobiernos progresistas de Latinoamérica y el Caribe, es uno de los objetivos del imperialismo y sus lacayos en la región, porque su sola existencia es un desafío a la ideología neoliberal que ellos profesan.

Una mirada superficial de la situación del continente latinoamericano, nos conduciría a afirmar que la derecha neoliberal y antidemocrática se ha convertido en una fuerza hegemónica, dado que hoy la mayoría de los gobiernos del área están alineados a la derecha. Eso es lo que un antiguo proverbio llama “ver el árbol sin ver el bosque”, la lucha de clases hay que analizarla en toda su complejidad, hay derrotas y victorias, avances y retrocesos, y no se puede ni se debe dejar de mencionar un hecho que marca, que define, y que Lula lo explicó con sapiencia en el Congreso del PT: “cuando uno ve lo que está pasando en Bolivia (por el golpe de Estado) uno valora la resistencia heroica del pueblo venezolano”; y habría que agregar con toda justeza, la del pueblo cubano y la del nicaragüense; y están sobre el mapa político regional, dos acontecimientos extraordinarios, la espléndida victoria electoral del pueblo argentino y la irradiación progresista que genera el proceso de la Cuarta Transformación en México.

La otra vertiente son los problemas que emanan de la realidad concreta en la región, por ejemplo, el de la deuda externa, que no es un debate circunscrito a Argentina, sino que se extiende a todas las naciones; y no se puede dejar de lado el cambio climático, que se discute en todos los foros, aunque que en Washington afirman que eso no es verdad; así como niegan tozudamente que cuando las transacciones financieras están por encima de la inversión y el comercio real -de manera continuada- genera automáticamente desigualdades sociales insostenibles, y ello está en el sustrato de la crisis política actual.

Los medios publican a diario las conversaciones y rupturas entre China y los Estados Unidos sobre el comercio mundial, dada la preminencia que está alcanzando la tecnología china, (las 5G); y además, la enorme deuda de los Estados Unidos con el gigante asiático, que genera una inestabilidad creciente en los mercados bursátiles. En medio de tal disputa, el Secretario de Estado de los EUA, Mike Pompeo, aseveró que: “el Partido Comunista de China y Huawei es el principal enemigo de la civilización occidental” ¿Qué es esto? ¿Una declaratoria de guerra? Si es así, no cabe duda que la guerra de las TICs la están perdieron los gringos.

Un dato, solamente, para no entrar en mayores detalles: el 25 por ciento del Producto Interno Bruto del mundo es producido por la economía norteamericana, y, la suma de China, Rusia, India, es del 25 por ciento del PIB mundial, es decir, están equiparados; y por otro lado, las cifras de crecimiento económico a escala planetaria, tienen un indicador indiscutible: el crecimiento sostenido de la economía China, a lo que se suma en el último quinquenio la explosiva alza productiva de India, ambas economías asiáticas se han convertido en poderosas palancas del mercado, y sin contar con la expectativa que genera la nueva Ruta de la Seda.

El Brexit pone en jaque a la Unión Europea, así se hagan los desentendidos, esa es una decisión que tiene dos vertientes: una, tal y como lo advirtió el líder del partido Laborista, Jeremy Corbyn, la salida de Gran Bretaña de la UE no es solo la salida, sino la alianza económica que constituirá Inglaterra con Estados Unidos, poderoso bloque con el que deberá competir la UE. Y la segunda vertiente es la de llegar al Brexit sin haber recompuesto la relación con la Federación Rusa, hoy por hoy, un polo de poder que participa como protagonista en todos los escenarios internacionales. No es ninguna “conchita de ajo” apuntar que en el asunto del armamento nuclear y los acuerdos con Irán en esa materia, hay profundas diferencias entre Bruselas y Washington.

¿Y qué decir de la alianza estratégica entre China y Rusia? ¿Cómo se inscribe esa nueva realidad en la geopolítica de este tiempo?

¿Y cuál será la valoración que ha de hacerse sobre el nuevo rol que ahora ocupa la RPD de Corea en el escenario internacional?

Para nadie es un secreto que Venezuela tiene amplias alianzas en todos los continentes…

La reactivación de la Celac, auspiciada por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, expande las oportunidades de nuestras economías; las catorce iniciativas aprobadas tienen singular interés para todos, en especial, la última, que conforma una comisión para el tratamiento de las diferencias, por la vía del diálogo, de la política, de la diplomacia, como el sentido común lo aconseja.

Un acontecimiento de radical importancia ha de ser apuntado, por la repercusión que ha tenido y la que tendrá, el asesinato del General iraní, Qasen Soleimani, es un asunto en extremo delicado, que está produciendo en un cambio en la correlación de fuerzas en el Medio Oriente, signada por realidades dramáticas: la derrota de la estrategia militar norteamericana en Siria; la guerra civil en la ocupada Libia; el giro político en Irak; la ofensiva israelí contra Palestina, la guerra en Yemen, y el conflicto armado en Afganistán.

Lo cierto es que en una de las regiones con mayores reservas de petróleo del mundo se están cambiando los roles políticos. Por lo pronto, señalar que el Bagdad, más de un millón de personas exijan la salida de las tropas norteamericanas y que el alto mando iraní haya afirmado que su lucha tiene como objetivo la retirada del ejército de los Estados Unidos del Medio Oriente, coloca las cosas en un nivel de extrema peligrosidad.

La respuesta de Irán no fue solo en el campo militar, con el ataque a una de las bases estratégicas de los Estados Unidos en el occidente de Irak, y otras en la frontera común, sino que también, actúa en el plano político, no se puede soslayar las decisiones asumidas por el parlamento iraquí, y por todas las fuerzas antimperialistas de la región, que ahora confluyen en una causa común.

Arde la Cordillera de los Andes

Un humo raro llegó a Santiago de Chile y recorrió las alamedas, luego se supo que venía de Australia, donde el incendio acabó con toda una región de ese lejano continente, advirtiendo que el tema del cambio climático no es una falacia. Los santiagueros distinguieron ese humo australiano del humo de las bombas lacrimógenas que desde octubre pasado la usan los carabineros para atacar a los millones que salieron a las calles a enfrentar el paquete neoliberal y le dijeron al mundo: ¡Chile Despertó!

Unas semanas atrás, la Amazonía se incendió en una inmensa extensión, el señor Bolsonaro no se ocupó del problema a tiempo, por el contrario, Evo Morales atendió la tragedia de inmediato. Dos posturas y una selva en agonía.

Al mes siguiente, otro incendio en Bolivia, ésta vez, protagonizado por la derecha fascista, dan un golpe de Estado con la complicidad de la OEA e instalan un gobierno de facto, una experiencia democrática es arrasada en pocas semanas, la política imperialista se impuso. El Ejército y la policía masacraron al pueblo.

En Ecuador, en Octubre de 2019, los universitarios y el Frente de Trabajadores, junto a gente de los barrios quiteños, se lanzaron a la calle contra el paquete neoliberal, los de la Conaie se incorporan después, la represión no se hace esperar, muertos y heridos, el Presidente cede ante la potente movilización popular. Moreno Garcés desata una represión sin precedentes contra los líderes de la Revolución Ciudadana, los mismos que lo convirtieron en Presidente y que él traicionó. Aún no se ha dicho la última palabra en la tierra de Manuelita Sáenz y del General Eloy Alfaro.

Y el 21 de noviembre estalla el paro nacional en Colombia, convocado por las centrales obreras, los universitarios y el movimiento indígena, a nadie sorprendió que el paro tuviera éxito y se extendiera por todo el país, pero lo que sí asombra es la magnitud de las multitudes en las calles por varias semanas. Es un movimiento diverso, espontáneo, que tiene una agenda contra el paquete neoliberal y una consigna común: que el gobierno cumpla los acuerdos de paz.

La patria de José Carlos Mariátegui, Perú, no ha sido escenario de inmensas manifestaciones, como si lo han sido Colombia, Chile y Ecuador, empero, ahí la crisis política que llevó a un adelanto de las elecciones parlamentarias, es muy pronto aún, -al momento de escribir estas notas- para sacar conclusiones.

El pueblo venezolano, con su Gobierno Bolivariano, presidido por Nicolás Maduro, con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, con el Partido Socialista Unido, con el Polo Patriótico y los movimientos sociales protagonizaron contundentes victorias el año pasado, y está en zafarrancho de combate, alerta, frente a las nuevas amenazas de los imperialistas, eso sí, fortaleciendo la unión cívico-militar, y levantando la divisa que nos dejó Chávez: ¡Unidad, Lucha, Batalla y Victoria!

6 de febrero de 2020.

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