MALVINAS EL TRAMPOLÍN BRITÁNICO PARA LA GUERRA CON CHINA

Por Oscar Rotundo – Analista político del Equipo de Periodismo Internacional Alternativo PIA Global.

La historia del Reino Unido de la Gran Bretaña es una historia de conquista y sometimiento a pueblos en todas las latitudes, algunos por fines económicos y otros por fines geoestratégicos. En ese derrotero vivió la independencia de lo que más tarde serían los Estados Unidos de Norte América, con el cual, a pesar de su separación de la corona de Inglaterra, seguiría manteniendo una estrecha alianza que perdura hasta estos días y que difícilmente se rompa.

Concluida la Segunda Guerra Mundial y en el marco de la Guerra Fría, los intereses de Estados Unidos e Inglaterra se mancomunarían en la guerra para evitar que la influencia comunista aumentara el poder del Bloque Soviético, que crecía al calor de los procesos de descolonización.

El Imperio Británico colonizó América, África, Asia y Oceanía, entre el siglo XVI y principios del siglo XX. Inglaterra también ocupó territorios europeos como Gibraltar, Chipre y Malta, conquistando espacios en todos los continentes del mundo. Cuando acabó la expansión en 1949 el Imperio Británico abarcaba una cuarta parte de la población mundial y una quinta parte de las tierras emergidas.

La conformación de la Commonwealth (Mancomunidad de Naciones), organismo que agrupa países y regiones que formaron parte del antiguo Imperio Británico, se remonta a mediados del siglo XIX cuando las antiguas colonias del Reino Unido empezaron a reclamar la independencia.

La Conferencia Imperial de 1926 reunió a los líderes políticos de los diferentes territorios del Imperio Británico, quienes firmaron la Declaración de Balfour que reconocía que todos los territorios tenían el mismo estatus y eran autónomos dentro del Imperio, sin estar subordinados al Reino Unido.

La palabra Commonwealth, también podría traducirse como “riqueza común”, dentro de una asociación “voluntaria” de 53 países que comparten lazos históricos y culturales, y en los cuales el inglés es la lengua oficial.

La mayoría de estos territorios pertenecieron en algún momento a los dominios del Imperio Británico (a excepción de Mozambique y Ruanda, que nunca fueron colonias del Imperio Británico) y en ellos el supuesto ex imperio, mantiene acuerdos para tener fundamentalmente presencia militar.

En los Estados miembros de esta mancomunidad viven 2.400 millones de personas, casi un tercio de la población mundial.

La protección de sus intereses siempre tuvo como herramienta principal la opción militar, es por ello que la construcción de una arquitectura de dominación acompañó la política exterior del Reino Unido que, sin miramientos, dispuso de sus influencias para neutralizar cualquier oposición a su necesidades y beneficios.

Es por ello que durante los tres últimos siglos y más allá de las circunstancias políticas que conformaran una cambiante geopolítica global, podemos observar como su presencia militar ocupa lugares estratégicos en todo el mundo.

Sobre el Océano Atlántico podemos reconocer a las islas que hoy se conocen como Santa Elena, Ascensión y Tristán de Acuña, que forman parte del Territorio Británico de Ultramar y están situadas camino a las Islas Malvinas e islas del Atlántico Sur.

Las islas Malvinas forman parte del territorio argentino y están ubicadas a 600 kilómetros de las costas patagónicas en el Mar Argentino, poseen una superficie de 11.718 km2 y se componen de dos islas principales, Soledad y Gran Malvina, y aproximadamente 200 islotes más pequeños.

En el siglo XIX Buenos Aires toma posesión de las islas empleando el mismo principio que constituyó la Nación Argentina y envía a Luis Vernet como Gobernador de las islas el 10 de junio de 1829.

En enero de 1833, un contingente militar a bordo de la corbeta británica Clio invadió las islas Malvinas y expulsó a las autoridades argentinas legales, ocupándolas hasta el día de hoy.

Esta incursión británica a territorio argentino no fue la primera, ya que en 1806 y 1807 la población de la Ciudad de Buenos Aires repelió dos intentos de invasión y posterior a la usurpación de las islas Malvinas en 1845, en una jornada histórica, se impidió que el imperio británico en asociación con el imperio francés remontara al interior del territorio argentino a través del rio Paraná con el fin de hacerse fuertes en las costas despobladas cercanas a la República del Paraguay y desde allí avanzar hacia el centro del país.

Este interés británico de establecerse en nuestro territorio y fundamentalmente en el sur, a 14.000 kilómetros de distancia de su país, responde a la necesidad de tener control sobre el canal que une el Océano Atlántico con el Pacifico por el sur.

Como podemos apreciar en el mapa la corona británica ha establecido una serie de postas para remontar el Océano Atlántico

Este esquema le permite reabastecerse y continuar hacia el norte de Suramérica o al sur de África o poder llegar hasta el extremo sur, a las islas Malvinas y Sándwich del Sur muy lejos de su territorio

Como se demostró cuando se produjo la guerra de Malvinas, la Royal Navy pudo transportar armamento nuclear hasta el lugar del conflicto haciendo paradas en las islas mencionadas anteriormente.

En 1985, Gran Bretaña instaló en Malvinas la base militar más poderosa del Atlántico Sur y una de las más poderosas del mundo.

¿Cuál es la razón que lleva a los británicos a establecer una poderosa fortaleza en ese extremo del planeta?

Uno de planteos es el de controlar las riquezas naturales de la zona y poder mantener vigilada la navegación entre el Océano Pacifico y Atlántico y la Antártida argentina.

En el documento generado por la administración de Boris Johnson titulado “Gran Bretaña Global en tiempos competitivos: Informe integrado de Seguridad, Defensa, Desarrollo y Política Exterior” (1) queda clara, la pretensión de continuar la ocupación ilegal en las Islas del Atlántico Sur  y de seguir con sus fuerzas armadas ostentando poder militar en la zona como lo manifiesta el “Corporate report Defence in a competitive age” (2) presentado al Parlamento por el Secretario de Estado para la Defensa en marzo 2021.

La nueva estrategia de seguridad británica indica que el despliegue de las Fuerzas Armadas será “permanente” en la zona del Atlántico Sur, así como en Gibraltar, la Isla de Ascensión y el Territorio Británico del Océano Índico.

Desde Downing Street, Johnson expresó que Gran Bretaña “desempeñará un papel más activo en mantener un orden internacional en el que las sociedades y las economías abiertas continúen prosperando y los beneficios de la prosperidad se compartan a través del libre comercio y el crecimiento global”.

Para el ex asesor de Johnson, Dominc Cummings, hay “nuevas potencias” que tratan de socavar el orden internacional.

En este orden, Boris Johnson defendió la ampliación del arsenal nuclear en un 40%; reafirmó la alianza estratégica con Estados Unidos; señaló a Rusia y China como las principales amenazas para su seguridad; y justificó el incremento de la presencia militar en las Islas Malvinas, dado que la Argentina es “una amenaza permanente” a sus intereses en el Atlántico Sur.

Por otra parte, en el Pacifico el gobierno británico ha instalado bases militares en al menos cinco países de la región del Asia y el Pacífico Sur:

1) Base logística naval en Sembawang Wharf en Singapur. Esa posición le permite el Reino Unido tener acceso a un lugar estratégico para el comercio marítimo, con vista al Estrecho de Malaca, “clave para los barcos que navegan desde el Mar de China Meridional hasta el Océano Índico”.

2) Brunei, base de soldados británicos que prestan servicios de análisis de imágenes e instrucción de francotiradores. Uno de estos lugares es la base naval de Muara.

El sultán de Brunei les paga a las fuerzas militares del Reino Unido para tener su apoyo y mantenerse en el poder. Además, favorece a la corporación británica de petróleo dándole mayor participación en los campos de petróleo y gas del territorio.

3) Australia, miembro de la Comunidad del Commonwealth, allí se encuentran cerca de un centenar de militares británicos, cumpliendo funciones de agregados de defensa en instituciones militares australianas, muchos cerca de la capital y el resto en 18 bases militares australianas separadas.

Por su ubicación se está probando un dron de vigilancia Zephyr de gran alcance en el asentamiento de Wyndham en Australia Occidental con el cual se podría vigilar a China. Además de esta presencia se sabe de un despliegue militar no especificado en Nueva Zelanda.

También en Nepal, cerca del Tíbet, entre ellos, los campos de reclutamiento de los mercenarios Gurkhas en Pokhara y Dharan y zonas administrativas en la capital Katmandú.

Fuerzas de reacción rápida en el aeropuerto internacional Hamid Karzai en Kabul, Afganistán y en Pakistán hay una base de las fuerzas británicas donde entrenan a pilotos en la academia de la fuerza aérea en Risalpur.

China en el centro de la confrontación venidera

Aun en pandemia China sigue consolidándose como una potencia mundial y con sus alianzas con Irán y Rusia, se constituyen en un desafío real a la hegemonía de los viejos y caducos imperios occidentales.

La “pulseada” entre Estados Unidos (que sigue siendo la principal potencia occidental, en claro declive) y China, tiene una característica marcada a fuego, el Partido Comunista acaba de cumplir cien años y lleva en el gobierno 72 años.

China ha sido invadida, ha soportado transformaciones terribles, pero ha sabido superar los escollos y consolidarse en los últimos 20 años como una potencia económica y militar en el Océano Pacífico.

Le ha arrebatado a Occidente el predominio en el desarrollo tecnológico y ha incrementado una estrategia de defensa en función de sus logros, sabiendo que siempre ha estado en la mira de las fuerzas imperialistas.

China ha construido un poderoso ejercito para repeler cualquier intento invasor desde sus fronteras continentales, pero en las últimas décadas se ha abocado a la consolidación de una poderosa fuerza naval y de una estrategia de defensa que le permite enfrentar las provocaciones que vienen desarrollándose en el Océano Pacifico.

Estas provocaciones están enmarcadas en una estrategia que paulatinamente fortaleció militar y económicamente a los enemigos históricos del Gigante de Oriente.

Obama, a fines del 2011, proclamó una política de enfrentamiento directo contra China, con el famoso “Giro al Pacífico”.

Un enfrentamiento económico (mediante el Trans-Pacific Partnership), político y militar; con miras al rearme de Japón, la multiplicación de bases aeronavales yanquis en la región, y la formación de alianzas contra China con Filipinas –semicolonia- de EEUU– para la instalación de cinco nuevas bases militares… que por supuesto apuntan contra China.

China, por su parte desde hace mucho tiempo, comenzó la construcción de una “Gran Muralla Marítima” desarrollando la construcción de islas artificiales a escala gigantesca, ante los reclamos de Filipinas, Vietnam y otros Estados alentados desde Washington para hostilizar a Pekín.

Las islas Spratly, suman en total 1.400 hectáreas de rocas y arrecifes, que han pasado a ser islas de tamaño respetable, sobre las que se han instalado puertos, pistas de aterrizaje, bunkers, lanzamisiles, cuarteles, y probablemente centrales nucleares.

Esta estrategia de defensa apunta contra las amenazas de los vecinos que la rodean y también contra las potencias que pueden ocupar las aguas internacionales para asfixiar su despliegue desde tierra firme.

En este escenario las Islas Malvinas son fundamentales para Gran Bretaña ya que si estuvieran en posesión de sus legítimos dueños les sería imposible acceder por el sur hacia el Pacifico y alimentar militarmente a las fuerzas agresoras.

Los ejercicios militares realizados en los primeros meses de 2021 por parte de las fuerzas militares británicas en las Malvinas (4) y la presencia de un submarino nuclear norteamericano semanas antes, no se corresponden con una hipótesis de conflicto que involucre a Argentina, sino a un plan de agresión a su verdadero enemigo, que se encuentra en el Océano Pacífico.

Si Argentina recuperara su soberanía sobre las Islas Malvinas y se convirtiera en un Estado Tapón para las aspiraciones inglesas, cerrándole el paso desde Malvinas y las islas del Atlántico Sur, su participación en un posible conflicto contra China se vería estratégicamente reducido.

Notas:

En este trabajo se toman en cuenta elementos destacados de los trabajos de la analista política internacional Micaela Ovelar: “Geopolítica imperialista sobre el Atlántico Sur – Estados Unidos e Inglaterra avanzan en estrategias geopolíticas y geoeconómicas sobre la patagonia argentina y las Islas Malvinas ante la creciente presencia de China y Rusia en esta región.”

Y también del artículo del Licenciado Facundo Escobar: El imperialismo britanico en el Atlantico Sur- Malvinas y Antártida.

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