Bolívar a mano alzada

A los Caraqueños

Caraqueños: El ejército de bandidos que profanaron vuestro territorio sagrado ha desaparecido delante de las huestes Granadinas y Venezolanas, que animadas del sublime entusiasmo de la libertad y de la gloria, han combatido con un valor divino, y han llenado de un pánico terror a los tiranos cuya sangre regada en los campos ha expiado una parte de sus enormes crímenes.

Vuestros ultrajes han sido vengados por nuestra espada libertadora, que a un solo golpe a inmolado los verdugos, y cortado las ligaduras de las víctimas.

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Mirad cuan pérfidos deben ser unos hombres que entregados a la anarquía os pusieron en la necesidad absoluta de existir en medio de los tumultos sin gobierno y sin orden. Mirad cual será su carácter fementido y protervo, cuando abandonan a sus propios defensores a la merced de un vencedor, y de un pueblo irritado que con razón clamaba a la venganza de tres siglos de opresión, y de un año de exterminio. Mirad en fin con el vilipendio que ellos merecen a esos miserables que erguidos en la prosperidad, y cobardes en el infortunio precipitan a sus hermanos al peligro, y los abandonan en él.

Por fin compatriotas míos, Vuestra República acaba de renacer bajo los auspicios del Congreso de la Nueva Granada vuestra auxiliadora, que ha enviado sus ejércitos, no a daros leyes, sino a restablecer las vuestras extinguidas por la irrupción de los bárbaros, que envolvió en el caos, la confusión y la muerte los Estados Soberanos de Venezuela, que hoy existen nuevamente libres e independientes y colocados de nuevo al rango de nación.

Esta es, Caraqueños, mi misión: aceptad con gratitud los heroicos sacrificios que han hecho por vuestra salud mis compañeros de armas, que al daros la libertad se han cubierto de una gloria inmortal.

Cuartel General de Caracas, 8 de agosto de 1813.- 3º de la independencia y 1º de la Guerra

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