El crisol de las dificultades

«Decía que la lógica de la guerra era la más sencilla, la más elemental que existía y, sin duda, este relato del ser guerrero -guerrillero, leía Jacobo- del Libertador, limpio en su exposición, despertó gran interés en el Camarada”.

 Iván Márquez en referencia a una cita hecha por Alfonso Cano sobre Jacobo Arenas quien fue el primero en la FARC en editar e imprimir la edición de la FARC del Ser Guerrero del Libertador

Por Fernando Muñoz Burbano (*)

El autor, compromiso tradicional con su institución

Cuando Álvaro Valencia Tovar tenía poco más de un año de haber sido retirado del servicio por decisión del Presidente Alfonso López Michelsen, escribió “El ser guerrero del Libertador”, obra que ganó el concurso convocado por la Sociedad Bolivariana de Colombia en 1976 sobre la vida y obra del ilustre caraqueño y que paradójicamente, sería a los pocos años, libro de formación para la nueva militancia de las organizaciones guerrilleras inicialmente del Movimiento 19 de Abril (M-19) y posteriormente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

En su trayectoria vital se reflejó la convulsionada historia de Colombia en buena parte del siglo XX. Nacido el 4 de marzo de 1921, su carrera militar en las filas del Ejército de Colombia comenzó en 1936, cuando ingresó a la Escuela de Cadetes del Ejército “José María Córdoba” del Ejército de Colombia, graduándose como subteniente en 1942.

Con el grado de Capitán (1950) participó en la agresión imperialista contra Corea, con el Batallón “Colombia” hasta 1953. Siendo Mayor en 1955, hizo parte de la Fuerza de  Emergencia de la ONU en Egipto y fue ascendido a Teniente Coronel en 1959. Ya como Coronel en 1963, hizo parte del equipo de oficiales que comandó el asalto contra la zona de Marquetalia (Departamento del Tolima), donde la resistencia campesina era dirigida por el joven Manuel Marulanda Vélez.

Fue nombrado entonces Comandante de la Quinta Brigada del Ejército en Bucaramanga (Departamento de Santander) desde donde dirigió las operaciones contra el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en las que cayó en combate su amigo de juventud, el sacerdote y dirigente guerrillero Camilo Torres Restrepo, sociólogo, académico y cofundador de la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia. Ambos habían nacido en el seno de reconocidas familias santafereñas.

Tras las insignias de Brigadier General en 1968, su carrera fue en ascenso. Con el grado de Mayor General en 1971, fue herido por un comando del Ejército de Liberación Nacional y ese mismo año participó en la Operación “Anorí” contra dicha organización que aniquiló su Frente Central y diezmó su línea de mando, con consecuencias para el desarrollo posterior del conflicto que aún hoy repercuten en la realidad colombiana.

Ascendido a General en 1974, poco antes de ser nombrado Comandante en Jefe del Ejército Nacional de Colombia, siempre se le conoció como un oficial inteligente, con posturas de derecha, e interesado en la formación académica.

Desde esa nueva responsabilidad pronto chocó con las decisiones tomadas por el Presidente López Michelsen sobre la composición del alto mando militar que, por primera vez en muchos años, se realizó sin consultar a la cúpula militar. Realizó una gira por las guarniciones militares del país, siendo acusado de preparar un golpe de Estado, tras la cual fue destituido por el Ejecutivo en 1975.

Ya en retiro, fue asesor de varios gobiernos para temas del conflicto armado interno colombiano, se dedicó a escribir y a labores académicas.  Entre sus obras destacan “El final de Camilo” 1976; “El ser guerrero del Libertador”, 1976;  “Testimonio de una época”, 1992; “Historia de las Fuerzas Militares de Colombia”, (coautoría) 1993; “Conflicto amazónico: 1932-1934); “Inseguridad y Violencia en Colombia”, 1997; “Esquilando al lobo: la dimensión desconocida del conflicto”, 2002; “Mis adversarios guerrilleros”, 2009 y “Los presidentes que yo conocí” (2013). 

Si bien el libro que hoy reseñamos tiene indudable valor como documento de análisis histórico, que aporta junto a otras obras -muchas de ellas escritas por oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana- al mejor conocimiento del Libertador Simón Bolívar como militar, es testimonio de una época en la cual las Fuerzas Militares colombianas estudiaban la vida, pensamiento y obra del General en Jefe del Ejército Libertador.

Pese a los voluntades sostenidas en el ámbito militar colombiano, tras la muerte del Libertador, para tergiversar la historia, desconocer su pensamiento y minimizar su proyecto, siempre ha existido una corriente de soldados que se inspiran en su praxis, junto a expresiones civiles que reivindican su legado.

Para asegurar su propia hegemonía y destruir o minimizar el peso de discursos alternativos, buena parte de los esfuerzos de las diversas administraciones norteamericanas, con la complicidad de muchos de los gobiernos apátridas de nuestra región, se dedicaron a diseñar e implementar estrategias que les aseguraran su control.

Frente a la resistencia cultural que se recrea y reedita en varios países de Nuestra América, de diferentes maneras y preocupados por el surgimiento de la Revolución Bolivariana y el creciente prestigio y popularidad alcanzados por el Comandante Chávez, rescatando el legado bolivariano en la región, en el documento “Santa Fé IV” del año 2002, elaborado por la “Heritage Foundation”, durante el mandato de  George Bush (hijo), se alerta contra “el surgimiento de un militarismo izquierdista en los países andinos que finalmente está obteniendo un poco de atención por parte de los medios, en la medida en que el ¨bolivarianismo¨ se convierte en un grito de ataque de los comunistas y socialistas”.

Tales preocupaciones y un trabajo sostenido, han dado frutos. Paradójicamente, el alto nivel académico de las y los oficiales colombianos, contrasta con el desconocimiento de Bolívar y su obra. Valencia Tovar, independiente de las diferencias con sus posturas políticas y con su ubicación ideológica, fue uno de los últimos oficiales militares colombianos que conocía y admiraba al Libertador.

La trayectoria vital de Bolívar como ejemplo

Tal conocimiento y admiración acicatearon al autor a  escribir “El ser guerrero del Libertador” y a presentarlo al concurso convocado por la Sociedad Bolivariana de Colombia en 1976 sobre la vida y obra de Bolívar, resultando ganador del mismo. Siendo impreso por primera vez por la Imprenta de las Fuerzas Militares e incluido en la “Colección de oro del militar colombiano”, llama la atención que su segunda edición fue realizada por las FARC, a instancias de Jacobo Arenas y con el apoyo entusiasta de Alfonso Cano, para ser distribuida a las y los combatientes, con el propósito de fortalecer su formación política, histórica y militar.

¿Qué fortalezas tiene la obra para que enemigos enfrentados en el campo de combate, coincidan en publicar y distribuir para su estudio, un libro escrito por uno de los cuadros de mando de una de las mismas fuerzas enfrentadas?

Valencia describe con detalle como un joven rico, con una muy dudosa formación militar de base en el Batallón de Milicias de Blancos de Aragua, donde cursó un corto año como Cadete antes de recibir el grado de Subteniente, termina convertido en General, Comandante en Jefe del Ejército Libertador que arrancó del dominio imperial de España las colonias que hoy conforman seis repúblicas.

Diferenciando los conceptos de “militar” y de “guerrero”, Valencia acierta desde el comienzo de su libro calificando a Bolívar como militar autodidacta que, al calor mismo de la contienda, con una voluntad a toda prueba, una enorme capacidad para superar la adversidad y una brillante inteligencia, aprende tanto de las derrotas como de las victorias.

Así, el Subteniente por herencia, da paso al joven agitador. Éste, a su vez, se transforma en joven oficial a las órdenes de Miranda, cuando recibe su bautizo de fuego en la defensa de la finalmente derrotada Primera República. Desde el infortunio y el exilio, llega a Cartagena donde aparece por vez primera con fuerza la fusión del revolucionario y el guerrero: enviado a la defensa pasiva de un puerto poco importante sobre el río Magdalena, desobedeciendo las órdenes recibidas, despeja el paso de enemigos reabriendo la comunicación entre Santa Fé de Bogotá y el Caribe.

Esa Campaña del Magdalena, que permite luego la Campaña Admirable, y termina arrebatando Caracas a los españoles, siendo nombrado General y recibiendo el título de “Libertador”, no pueden estudiarse aisladas. Es un solo plan, un diseño táctico con proyecciones estratégicas, que comienza a forjar el perfil del futuro Ejército Libertador del mediodía de América.

Aun cuando no profundiza en los impactos políticos que tuvo en su formación la derrota de la Segunda República de Venezuela, que le enseña la importancia decisiva de contar con las masas empobrecidas para la causa revolucionaria y que lo impulsan a escribir en el “Manifiesto de Carúpano”, “hemos sido vencidos por nosotros mismos”, aporta muchos elementos para comprender su forja como conductor de tropas.

Tras el duro exilio en el Caribe y conduciendo el proceso político militar que permitió fundar el Estado en Angostura, para extraer de él – lentamente- la nación, deriva la Campaña de la Nueva Granada, a la cual sigue la liberación de Venezuela. Ya hervía en su cabeza la idea de una Campaña continental contra el yugo español.

Avanza la obra narrando con detalle el desarrollo de tal estrategia que culmina en Ayacucho, convertido al tiempo en Comandante en Jefe del Ejército Libertador suramericano y estadista de talla internacional.

Esa tenacidad y constancia, tan apreciadas en todas las estructuras militares, que no acepta jamás la derrota y siempre garantiza la continuidad de la lucha, explica el que éste libro haya sido cargado por tanto en los equipos de soldados como de guerrilleros durante ya dos generaciones de colombianos.

Libro de obligada lectura para quien desee profundizar en el conocimiento del Padre de la Patria Grande y al tiempo, recomendado para tanto para quienes busquen un texto agradable, como para aquellos interesados en conocer nuestro pasado, para entender nuestro presente y los retos del futuro.

En sus páginas podrán hallar ese ser, describirlo, tratar de descubrir el proceso todo de surgimiento y evolución que lo lleva a fraguar empecinadamente la victoria, es preciso  seguir  el  itinerario  fascinante  de  luchas,  campañas,  episodios  de  armas,  triunfos  y  derrotas,  que acompañan su estremecida existencia. No de otra manera podría demostrarse cómo esa faceta, el guerrero, predomina  sobre  todas  las  demás  y  sirve  de  origen  a  lo  que  en  años  dramáticos  habrá  de  configurar  la inmensidad de su gloria.

(*) Fernando Muñoz, Colombiano y profundamente Bolivariano, militante de la Rosa, La Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC).

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