El agua bendita de aquella tarde de octubre

Por Miguel Ernesto Salazar

Cierre de campaña en Caracas, en la Avenida Bolívar, la Avenida Lecuna, la Avenida México, la Avenida Universidad, la Avenida Urdaneta y unas cuantas cuadras de la Avenida de Las Fuerzas Armadas, se convirtieron en un río humano que estremeció ese día a la capital de Venezuela. Fue el reagrupamiento de fuerzas bolivarianas más importante desde el 13 de abril de 2002, cuando de manera espontánea las calles de Caracas se vieron desbordadas para contrarrestar el Golpe de Carmona Estanga y un sector de generales traidores de la Fuerza Armada Bolivariana. En este cierre de campaña, la maquinaria del Gran Polo Patriótico se puso a la vanguardia de esta movilización. 

Omar Enrique, Hany Kauam y Los Cadillacs, entonaban “Chávez corazón del pueblo”, una canción que agitaba cada inicio de concentración durante el recorrido del Comandante Chávez a nivel nacional y lo empujaba al contacto directo con las masas, a pesar de su situación de salud, convirtiéndose en una suerte de regenerador del espíritu,… “cambiar la historia en un segundo, tu corazón es bueno”,  retumbaba en todo la Avenida Bolívar y a las avenidas que la rodean. “¡Actívate!”, era el punto cúspide del tema que se escuchaba por las cornetas dispuestas en todos los puntos de la concentración.  

“¡Aquí está el candidato de la Patria, Hugo Chávez! En el corazón del pueblo, en el corazón de la Patria ¡Hugo Chávez!”, se escucha entre el bullicio la voz de Dario Vivas, ¡“Hugo Chávez”! y la euforia colmó cada alma de quienes compartíamos la esperanza esperando aquel hombre que en una madrugada de febrero dejará para los venezolanos y venezolanas un “Por Ahora”. La Diana de Carabobo anunciaba nuevamente la batalla que se avecinaba.

Entre la algarabía, José Vicente Rangel, comenzaba su intervención: “…y la han obligado, pero saben por quién votar, esta frase entraña por un lado una mentira, porque aquí nadie está obligado, aquí está la conciencia del pueblo que no se vende, que no se compra, pero esa frase expresa el inmenso desprecio de la oligarquía por el pueblo, creen que el pueblo es comprable, que es manejable, pero el pueblo chavista hoy demuestra su coraje, su decisión de lucha y lo otro es pensar que ustedes tienen alguna duda para votar, aquí no hay duda posible, aquí está la patria o la antipatria, aquí está la nación o la antinación, aquí está el proyecto neoliberal y el proyecto socialista, pero hay algo más importante, aquí hay un líder de verdad, un líder que tiene las ideas bien puestas, que trabaja con el pueblo, que decide las situaciones claves, que tiene coraje, que tiene valor y del otro lado un pobre liderazgo, un liderazgo chucuto que no representa absolutamente nada”. José Vicente Rangel recordaba en su intervención como un hombre como Chávez había llevado al “socialismo al poder y es la gran virtud de este hombre que está con nosotros”, en alusión directa de quién dejaría su voz, su alma, su cuerpo, en aquella tarde de octubre.  

El himno nacional daba paso a que el más bolivariano entre los bolivarianos arengará a la masa presente en la concentración a entonar con fervor patrio el himno, ¡Fuerte! , gritaba Hugo Chávez y allí todos respondían. El Gloria al Bravo Pueblo, se entonó como nunca aquella tarde. Fueron estas miles de voces las que retumbaron en el cielo caraqueño para que como dice el primo de Chávez, el veguero de Sabaneta Adrián Frías, “una oscurana muy grande, el mar se abría paso entre las nubes…” de Caracas. “Viva la lluvia, llego el palo de agua compadre”, así daba paso Hugo Chávez a su intervención aquella tarde acompañado de la lluvia. Chávez siempre pendiente de quienes lo escuchaban del otro lado de la tarima dirigía su mirada hacia un grupo de personas, “mira que no se moje ese niño, que no se moje ese niño chiquitico, protejan a los niños”,  se le escuchaba decir entre los parlantes.

“¿Quién es el candidato neoliberal? ¿Quién es el candidato del paquetazo? ¿Quién es el candidato de los grandes ricachones? ¿Quién es el candidato de los corruptos?”, preguntaba Chávez, que entre la lluvia escuchaba desde la multitud: “el Majunche”, un estruendo ensordecedor que identificaba al enemigo a vencer. 

Y por si algún desprevenido estaba por allí, rápido recordaba los orígenes del pueblo venezolano: “Aquí estamos los hijos de Guaicaipuro ¿quién se siente aquí Guaicaipuro? Todos somos Guaicaipuro y su grito de guerra contra el imperio español Ana karina rote… de ahí venimos nosotros, de la resistencia aborigen, de la resistencia india, de la resistencia negra, de los explotados, de los dominados de siempre. Ha sido larga la batalla, nosotros somos ¡los hijos de Simón Bolívar! ¡Las hijas de Simón Bolívar! Nosotros somos los patriotas del 05 de julio, del 19 de abril, nosotros somos los soldados de José Félix Ribas en La Victoria. Nosotros somos de las tropas de Ezequiel Zamora y su grito ¡Tierras y hombres libres! Nosotros somos los hijos de las cargas de caballería de Maisanta y los últimos hombres de a caballo, es larga la jornada que nosotros hemos venido batallando. Nosotros somos los hijos de las columnas guerrilleras de Argimiro Gabaldón, con su corazón y brazo, nosotros somos los del Caracazo somos nosotros. Nosotros somos los del 4 de febrero carajo. Nosotros somos los del 27 de noviembre, nosotros somos, nos costó mucho llegar aquí en 500 años de batalla, de 1492 a 1992, 500 años de lucha y cuando terminaba el siglo XX nosotros salimos de una especie de muerte colectiva a pesar de tanta luchas, terminando el siglo XX Venezuela se levantó como Lázaro y aquí estamos en el 2012. Venezuela hoy está viva y camina y corre”.

Entre aquella lluvia, Chávez nuevamente apretaba en la conciencia, preguntando a todos los que con paraguas en mano o con el rostro descubierto en contacto con aquellas gotas de lluvia bendita, estabamos alli: “¿Se dan cuenta por qué les digo que nos estamos jugando la vida de la Patria?”, y aseveraba con la idea clara de lo que estaba en juego,  “Es la vida del pueblo lo que está en juego, el futuro lo que está en juego muchachos, muchachas. Con el favor de Dios y la ayuda de ustedes Chávez no le fallará a la juventud venezolana; Chávez no le fallará al pueblo venezolano”.

Ahora, tal vez cualquiera puede apostar que Chávez veía venir su destino. Aquel hombre bañado por “el agua bendita de El Cordonazo de San Francisco”, veía en este preludio lo que estaba por acontecer. Así sobrevino la victoria del 7 de octubre y el Chávez gigante, cargado de coraje, abría un nuevo ciclo para la Revolución. Ciclo en el cual, Nicolás Maduro enfrenta a diario a los enemigos que han jurado exterminar el Chavismo, ese mal ejemplo para los pueblos del mundo. Es la agresión permanente de los que desean imponer su hegemonía y convertir al suelo patrio en colonia imperial.

Seguirá lloviendo esperanza como aquella tarde inolvidable de octubre y el pueblo bañado por aquella “agua bendita” mantendrá su conciencia en alto a pesar de las adversidades y las amenazas de quienes a diario menosprecian el sentir popular.

La unidad cívico-militar es una realidad, un muro invencible levantado sobre el Chávez de aquella tarde de octubre.

Viviremos y Venceremos.

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