APROXIMACIÓN GEOHISTÓRICA A LA CAMPAÑA DE CARABOBO

Prof. Omar Hurtado Rayugsen

Comenzaremos diciendo, como premisa de trabajo, que consideramos necesario visualizar lo inherente a la Campaña de Carabobo como susceptible de ser estudiada en tres planos: (a) los prolegómenos de la batalla, (b) la confrontación como tal, y (c) la percepción que, de ella, tenemos desde nuestro tiempo. Por lo que, ateniéndonos a ese esquema, expondremos nuestras ideas al respecto.

(I) Las condiciones previas:

La Campaña de Carabobo está conceptualizada, junto a la de Guayana con su zenit en San Félix, y la del Sur que culmina en Ayacucho, como grandes monumentos estratégicos. En ellas se percibe el genio militar del Libertador. Se le ha calificado, como la más representativa del mismo. Aproximadamente, desde un año antes, el Presidente de Colombia había estado comunicándose con sus cuadros inmediatos. Páez en los llanos del sur, Urdaneta en Maracaibo, Soublette en el Centro y Arismendi, Bermúdez, Zaraza y Monagas en el oriente.

Esto es importante, en términos geoestratégicos, porque mientras el ejército patriota aparecía en estos sectores, los realistas controlaban el centro, dominando el cuadrilátero espacial que se ubica entre el actual estado Carabobo y el río Unare, el Orinoco y el Mar Caribe. Emplazamiento prevaleciente, igual que las maniobras ejecutadas en el tiempo inmediatamente ulterior, que se explican por la importancia geográfica de este corredor. La significación territorial que destacamos en este sector, ha sido corroborada en momentos posteriores, que han devenido en situaciones clave para el desarrollo de la historia nacional.

Los monárquicos trataron de concentrarse en esta área y a la vez neutralizar los callejones que venían desde San Carlos y el Baúl, en el hoy estado Cojedes al oeste, desde Calabozo al sur occidente, entrando por el –hasta entonces- poco favorable desfiladero de La Puerta, todos ubicados en la presente entidad guariqueña y, por supuesto desde los Valles de Aragua y la conocida actualmente como la región Capital. Simón Bolívar ordenó desarrollar una acción de divertimiento, desde oriente hacia Caracas, para buscar, como en efecto se logró, la dispersión del numéricamente superior contingente realista que se aglutinaba en el centro norte del país; al mismo tiempo dispuso que las fuerzas patriotas que se encontraban en el occidente se desplazasen hacia el centro, lo que se expresó en el movimiento por Barquisimeto y por San Felipe – Nirgua, con la finalidad de lograr crear en la zona de contacto centro occidental otro foco que atrajera y distrajera las huestes defensoras de la causa real, lo que fue adelantado certeramente por Cruz Carrillo. Coetáneamente instruyó a nuestras fuerzas que se encontraban en los llanos del sur que se movieran hacia el norte.

Debemos destacar que estos movimientos se produjeron con una precisión casi matemática, tanto que salvo unos ligeros contratiempos confrontados por los que se movilizaban desde el oriente, se obtuvo que la indudablemente superior cantidad de fuerzas monárquicas se difuminara al intentar, simultáneamente, copar distintos escenarios. Para reforzar lo acertado del diseño táctico de esta campaña destacaremos que Rafael Urdaneta recorrió 590 kilómetros en 33 días y José Antonio Páez 460 en 32 días; para salvar las distancias que separaban sus emplazamientos iniciales del centro, a un promedio de 18 y 14 kilómetros diarios respectivamente. Igualmente hemos de resaltar la brillante ejecución adelantada por José Francisco Bermúdez, Juan Bautista Arismendi y otros jefes, desde el saliente, entre abril y mayo, que obligaron al comandante español a desplazar notorios efectivos hacia Barlovento, con lo que se logró el propósito prefijado de desperdigar a los monárquicos.   

El comandante realista estaba tan consciente de lo trascendental del tales movilizaciones que, con el subterfugio de proponer un nuevo armisticio, envió un emisario al campamento del Libertador; pero su objetivo real era constatar si la temida y vital caballería llanera se había reunido con el resto de las fuerzas patriotas, conjunción que quería evitar. Este propósito fue quebrado por el General Páez, quien se había adelantado a la infantería con el cuerpo montado y la caballada de reserva y se hizo notar, en el ágape ofrecido por el Libertador al supuesto negociador. La verificación de esta concentración, creó un escenario altamente favorable para la causa independentista y –contrastantemente-  adverso para los monárquicos, como prolegómeno de la memorable confrontación escenificada en la sabana de Carabobo.                                              

(II) La Batalla en sí y sus logros inmediatos:

La Batalla de Carabobo, en términos concretos, que hemos visto pre configurarse con las acciones arriba enunciadas, representa un extraordinario ejemplo para percibir como la fisiografía del sector; representada por las condiciones del terreno, la vegetación dominante, el clima general del área y el tiempo específico del momento, así como la caracterización del entorno en que ocurren los acontecimientos que nos interesan; tienen particular incidencia en estos. En efecto, todos ellos, nos ayudan a explicar el fulgurante triunfo que, en unas dos horas de enfrentamiento directo, obtuvo el ejército patriota.

La sabana de Carabobo se abre en un espacio clave para acceder al tradicional centro político del país, corazón, cerebro y nervio de la república. El Libertador que, a decir de nuestro Maestro Ramón Tovar, tenía su concepción del espacio, sabía la importancia del área, en función de estos parámetros. La aludida situación –lógicamente- no era desconocida para los realistas, dirigidos por oficiales de carrera, siendo ella la que nos permite atisbar las razones del atrincheramiento que ejecutaban en sus inmediaciones.

Luego de la concentración en San Carlos, el grueso de los patriotas se desplaza hasta Taguanes, donde pernoctó la jornada anterior al combate. Las brigadas realistas concentraron sus esfuerzos en defender la llanada, descuidando los estratégicos callejones de entrada a la misma, esta decisión, que a la postre, resultó poco afortunada –dicen los estudioso del arte militar- parece habérselas aconsejado el desastre acontecido, dos días antes en Tinaquillo, a su avanzada que fue destrozada por los comandados por José Laurencio Silva.

El comando republicano se emplazó en el Cerro de Buenavista, estratégica elevación situada en el flanco sur oeste de la explanada, de la que se había desalojado a los empecinados representantes del rey. Los patriotas procuraron entrar por la Quebrada de Carabobo, por la Pica de La Mona y desde el abra del Naipe; es decir por el sur y el oeste; los realistas intentaron cerrarles el paso desde el norte y desde el centro este; fue en la salida de estas gargantas orográficas donde se desarrollaron las acciones más épicas. Los llaneros intentaron penetrar a la sabana, los monárquicos que habían sufrido bastante el nocivo efecto de la caballería llanera en los paisajes abiertos, insistieron en impedirles –bajo cualquier riesgo- el acceso a esta, por lo que fortalecieron su defensiva en la salida deestos callejones naturales.

La resistencia fue feroz. Sólo la aguerrida actuación de la legión integrada por los Cazadores Británicos, al elevado costo de diecinueve oficiales y unos ciento veinte soldados muertos, fue la que rodilla en tierra y atendiendo disciplinadamente la orden de sus superiores “firmes, cargad y… fuego”,  logró frustrar la actuación monárquica; despejado este peligro los llaneros penetran en la depresión interior y –virtualmente- aquí se decidió la batalla. En este farragoso enfrentamiento cayeron notorios representantes de la caballería, como el Teniente Pedro Camejo; y los flemáticos comandantes del batallón sajón Thomas Ferriar, Charles Minchin, Daver, Scott, y Brand; quienes rindieron su vida para quebrar la inútil obstrucción de las huestes realistas.

Lo que, días antes, se veía como el más numeroso contingente, fue envuelto en las acciones ofensivas de los nacionalistas, impulsados por el elevado ánimo conseguido en las recientes victorias,  dispersado y derrotado irremisiblemente. Únicamente logró salvar el honor realista el Batallón Valencey, que cerrando cuadrícula impidió ser barrido, se retiró disciplinadamente en medio del fuego cruzado, ayudado por una pertinaz llovizna (propia del sector) y la entrante noche arribó a Valencia y posteriormente a Puerto Cabello localidad que, pivoteándose en sus excelentes condiciones situacionales, pasó a convertirse en el relictus del otrora poderoso imperio español, hasta noviembre del año de 1823. Las avanzadas, ahora juzgadas como imprudentes, para tratar de reducir estos efectivos, produjeron dolorosas pérdidas como las de Ambrosio Plaza y Manuel Cedeño. No podemos obviar que los dispersos focos de resistencia realista restantes, solo fueron dominados tiempo después.

Existen críticos, a posteriori, de los acontecimientos que nos ocupan, que  desmeritan las acciones porque no se destruyó el totalmente el bando republicano, llegando incluso a relievar supuestas vacilaciones del Jefe Supremo en su ejecución. En este sentido queremos destacar que el objetivo trazado era el de derrotarlos aplastantemente lo que se logró, y que las modificaciones surgidas en el plan de acción fueron derivadas naturalmente de los cambios experimentados, sobre la marcha, en la reacción adelantada por los realistas.

El logro más importante fue haber alcanzado el gran objetivo político, consistente en la reconquista del centro político administrativo de la nación; lo que fue rubricado con la entrada del Libertador a Caracas, seis días después de las acciones señaladas, y a siete años de haberla abandonado, mediante la traumática emigración a Oriente. La campaña de Carabobo y el triunfo obtenido fueron vitales para la consolidación de la República y para la preparación y desarrollo de la triunfante marcha hacia el sur que, unos dos años y ciento setenta días después, en el Rincón de los muertos, expulsaría definitivamente a los colonialistas hispánicos del continente de la esperanza 

(III) La visualización desde el presente

Quienes nos combaten desde las instituciones oficiosas, generalmente repitiendo viejos conceptos anti bolivarianos, que ahora han remozado para utilizarlos contra el Proceso que vivimos, pretenden descalificarnos diciendo que hacemos anacronismo. Ellos, a propósito, intentan desconocer que, desde el Centro Nacional de Estudios Históricos, estamos bien lejos de incurrir en esos dislates, sino que por el contrario lo que hacemos es proponer que veamos en nuestro presente la proyección de los acontecimientos de ese luminoso ayer, en el que –atendiendo a la calidad del fenómeno- nos enfrentábamos al mismo enemigo que hoy se propone sojuzgarnos. Repasaremos brevemente, estos postulados.

Cuando cumplimos doscientos años de la inmortal gesta, Venezuela se encuentra acosada por el hegemón del norte; se impide que nuestra materia prima sea comercializada libremente, al tiempo que se bloquea la llegada de insumos y productos derivados. Recientemente el máximo jefe del Comando Sur de los EEUU, afirmó que teníamos que ser neutralizados igual que países hermanos como Cuba y Nicaragua, para que –según él- triunfara la causa de la democracia “sui géneris” que representa. Bien, para 1821 estábamos sumamente golpeados por las políticas restriccionistas que España, el Ño Pernalete de entonces, nos había impuesto, nuestros productos agrícolas  y ganaderos enfrentaban múltiples barreras para poder ser comercializados en Europa, e igualmente la importación de bienes de consumos se encontraba sumamente restringida; así mismo el Carnicero de Cartagena, en misiva al rey, nos había acusado de ser los más peligrosos habitantes de los dominios que -aseguraba él- le pertenecían a su majestad. 

En los actuales momentos, Venezuela acusa los efectos de más de veinte años de constante defenestración de los mercados preferenciales y de salvaje persecución en los organismos multilaterales; donde se nos exhibe como negadores de las más elementales libertades, responsabilizándonos de las carencias que nos golpean a todos, llegando inclusive a impulsar la materialización de una ocupación del espacio nacional por parte de una asociación de países, comandados tras bastidores por USA. En aquel presente el gobierno del “deseado”, en los once años más cercanos, había desarrollado una política desquiciadora de nuestras expectativas y necesidades, originando una severa escases de alimentos, y en los años más cercanos, había trabado alianzas entre las testas coronadas del viejo continente, cuyo fin último se asumía sería la invasión de nuestro territorio, por la  llamada triple alianza.

En aquel entonces, intervinieron a nuestro favor las inclemencias del tiempo, las contradicciones internas de esos países y las inocultables aspiraciones de sus pueblos por disfrutar mayores condiciones de salubridad económica y social. En la actualidad encontramos que los reclamos de las mayorías discriminadas a lo interno, las evidentes asincronías entre los llamados estados de bienestar y las crecientes discrepancias entre quienes dicen actuar a favor de las libertades –hasta ahora- han funcionado como un  freno para las apetencias imperialistas. Creemos que, hoy como ayer, serán derrotadas sus pretensiones expoliadoras.

Desde 1998; primero Chávez –como lo llama el pueblo- y luego Nicolás Maduro han denunciado persistentemente en todos los foros internacionales, la inhumana campaña contra el derecho que nos asiste, como nación independiente, a desarrollar y ejecutar nuestra propia política económica y social con carácter autónomo y soberano. Durante la Guerra Nacional y Continental de Independencia, el Libertador innumerables veces reclamó que Colombia, su gran sueño integracionista, tenía potestad para adelantar las ejecutorias que estimase más convenientes para la salud pública y el bienestar de sus habitantes, sin tener que someterse al dictamen de las grandes potencias.

En nuestro presente hemos sido testigos cómo el Presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, por ejemplo, en la Asamblea General de la ONU, el 24 de septiembre del año 2014, denunció que “Venezuela ha tenido que soportar un acoso permanente, una conspiración permanente de las fuerzas imperiales y de fuerzas aliadas al imperio estadounidense, que ha pretendido una y otra vez socavar la democracia, [en los días que corren] esas fuerzas han retomado su ritmo de acción para dañar a nuestro país”.

Por su parte, Chávez, muchas veces, alertó sobre los nocivos efectos de esta perversa aleación, verbigracia, en octubre de 2012 señaló “La soberanía no tiene que ver sólo con la soberanía del país. La soberanía popular tiene que ver con la libertad, y para que un pueblo sea libre debe tener los recursos suficientes para vivir viviendo”. Antes, el año 2007, proclamó ante el mundo “Nosotros éramos colonia, pero Venezuela no es ni será nunca más colonia, ni de Estados Unidos ni de nadie, nosotros somos libres”.

La actuación del Libertador fue prístina en todas sus facetas. Incluso, es posible trazar una línea ascendente en sus ejes centrales, Por ejemplo, en cuanto a su posición frente a los imperios, tanto los dominantes en su época, como en los que –apenas- se estaban configurando. Con respecto a los nacientes Estados Unidos de América y sus crecientes ansias hegemonizantes, nunca se llamó a engaño. Así lo encontramos en la Carta de Jamaica, denunciando esa aparente indiferencia. Son dignos de mayor análisis los señalamientos críticos que esboza en su célebre polémica con el agente estadounidense, ante la pérfida neutralidad de las otrora trece colonias. Digna de encomio es la afirmación con la que, en octubre de 1818, cierra este ácido intercambio epistolar, diciendo “No permitiré que se ultraje, ni desprecie al Gobierno y los derechos de Venezuela. Defendiéndolos contra la España ha desaparecido una gran parte de nuestra población y el resto que queda ansía por merecer igual suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende”.  

Concluiremos estas líneas, reiterando nuestra convicción en cuanto a que en este siglo XXI como en el no tan lejano XIX, estamos enfrentando cualitativamente al mismo adversario: El gran capital, expresado en sus prácticas capitalistas al servicio del imperio, como constante. El español, ayer, y el estadounidense hoy; que como antes contó con sus adláteres, igualmente en el presente tiene sus peones. Al respecto nos parecen suficientemente ilustrativas las palabras con las que el año 2019, el Ministro Aristóbulo Istúriz Almeida, presentó un denso estudio sobre el ideal colombiano del Libertador, en efecto allí nos dice “El imperio norteamericano persiste en su empeño en hacer del continente americano su patio trasero para someter a nuestro pueblo y apropiarse de sus riquezas. Como entonces nuestros pueblos se levantan y Bolívar, San Martin y O’ Higgins parecen estar al frente de sus pueblos en la lucha por la emancipación y la liberación de nuestro continente”. Por todo ello, cerramos estos párrafos, exclamando junto a nuestro hermano ¡¡VIVA LA PATRIA!! y con Chávez ¡¡¡VENCEREMOS!!!                                                                           

Lecturas recomendadas:

  • AAVV. (2020). Angostura: Cenit del Ideario Bolivariano. Nueve documentos fundamentales. Caracas. Ministerio del Poder Popular para la Defensa.
  • Bencomo Barrios, Héctor. (1971). Campaña de Carabobo 1821. Caracas. Edición del  Ministerio de la Defensa.
  • Blanco. Eduardo. (2000). Venezuela Heroica. Caracas. Eduven.
  • Bolívar, Simón. (1976). Doctrina del Libertador. Caracas. Biblioteca Ayacucho.
  • Figueroa Salazar, Amílcar. (2021). A propósito del Bicentenario. Carabobo en la perspectiva revolucionaria del siglo XXI. Caracas Editorial Trinchera.
  • Gil Fortoul, José (1964). Historia Constitucional de Venezuela. Caracas. Ediciones Sales. Tomo I.
  • Herrera, Carlos. (2014). Frases y Pensamientos de Hugo Chávez. Caracas. Inversiones Primicias24.com C. A.
  • Maduro Moros, Nicolás. (2018). Más nunca colonia de nadie. Caracas. Centro Nacional de Historia.
  • Pérez Arcay, Jacinto. (2011). Carabobo, un punto itinerario. Caracas. PDVSA La Estancia.-

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